Dos artículos del Acratosaurio Rex publicados recientemente en Alasbarricadas.org que se entienden mejor cuando se se leen juntos. Grande la labor del compañero!
Salud! PHkl/tctca
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Fuente - Cuando son inútiles los sindicatos | Alasbarricadas.org 12.6.2017 Acratosaurio RexHoy vamos a hablar de la inutilidad de los sindicatos. Es verdad: si tienes un trabajo en el que los jefes son considerados, el sueldo es copioso, los horarios adaptados, el contrato estable, la actividad necesaria, con cordial compañerismo, de forma que llegas a casa realizado, sonriente, y te acuestas tranquilo, tras alternar con tu familia y con los vecinos… No me cabe la menor duda: no necesitas un sindicato.
Desgraciadamente, esta no es la situación habitual. Lo normal es que los jefes te fustiguen, que el salario esté mermado, que los turnos sean insufribles, que el contrato sea precario, que cada cual vaya a lo suyo, que tu producción sea entre inútil y nociva, y que llegues a casa entre hecho polvo y cabreado sin saber muy bien qué pasará mañana y el mes que viene.
Conscientes de ello, los trabajadores crearon el sindicalismo. Hay muchos proyectos sociales que los fundaron sacerdotes, filántropos y millonarios para dignificar a las masas, quitándoles el alcohol y haciéndoles ir a misa… El sindicalismo, en cambio, fue un producto genuinamente obrero, de masas analfabetas, que pensaron que mucho mejor que quejarse y solicitar, era organizarse y arrancar.
Si tuviera que definir la figura de un sindicalista, diría que se trata de una persona que consigue que la gente se meta en líos que de otra manera no entraría. Pues claro. Todos estamos muy ocupados: la familia, las reparaciones, el cansancio… Todos tenemos miedo a las represalias, todos desconfiamos de los traidores, que son siempre los otros. Estamos divididos, enfrentados, solitarios… El sindicato cambia esa situación: unión, valentía, solidaridad. Su fuerza la da el número.
¿Cómo consigue el sindicalista, tú, aquélla, cualquiera, darle la vuelta a la tortilla? Identificando problemas colectivos, estableciendo relaciones personales cara a cara, elaborando un relato que explica lo que está pasando, consiguiendo que ese relato se vuelva central, estableciendo un plan colectivo que lleva a la victoria.
Esa victoria, es la que ha permitido que los trabajadores hayan mejorado sus condiciones materiales a lo largo de los siglos XIX y XX. Los empresarios, como cualquier ser vivo, reaccionan a los estímulos que se les ofrecen. Si tienen ante ellos a trabajadores flojos, miedosos, divididos, enfrentados, necesitados, la oferta es a la baja. Pero si se les plantan delante personas corajudas, decididas, conscientes, unidas, solidarias e interdependientes, no les queda otra que aflojar la mosca.
Ese es el mensaje que dieron los primeros obreros y obreras que, llenos de desconfianza, conspiraron en torno a una máquina: ¿Quieres que las cosas cambien en el mundo del trabajo? La solución es muy sencilla: alístate en el sindicato.
Si tuviera que definir la figura de un sindicalista, diría que se trata de una persona que consigue que la gente se meta en líos que de otra manera no entraría. Pues claro. Todos estamos muy ocupados: la familia, las reparaciones, el cansancio… Todos tenemos miedo a las represalias, todos desconfiamos de los traidores, que son siempre los otros. Estamos divididos, enfrentados, solitarios… El sindicato cambia esa situación: unión, valentía, solidaridad. Su fuerza la da el número.
¿Cómo consigue el sindicalista, tú, aquélla, cualquiera, darle la vuelta a la tortilla? Identificando problemas colectivos, estableciendo relaciones personales cara a cara, elaborando un relato que explica lo que está pasando, consiguiendo que ese relato se vuelva central, estableciendo un plan colectivo que lleva a la victoria.
Esa victoria, es la que ha permitido que los trabajadores hayan mejorado sus condiciones materiales a lo largo de los siglos XIX y XX. Los empresarios, como cualquier ser vivo, reaccionan a los estímulos que se les ofrecen. Si tienen ante ellos a trabajadores flojos, miedosos, divididos, enfrentados, necesitados, la oferta es a la baja. Pero si se les plantan delante personas corajudas, decididas, conscientes, unidas, solidarias e interdependientes, no les queda otra que aflojar la mosca.
Ese es el mensaje que dieron los primeros obreros y obreras que, llenos de desconfianza, conspiraron en torno a una máquina: ¿Quieres que las cosas cambien en el mundo del trabajo? La solución es muy sencilla: alístate en el sindicato.
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Fuente - La fuerza del número | Alasbarricadas.org 18.6.2017 Acratosaurio Rex
Como me instan a que diga algo más de filosofía barata sindical, ya que hay que seguir por alguna parte, voy a mencionar otra básica: La base de la acción sindical, es el reconocimiento, la relación, la vinculación. Hay gente que está sola, con unos intereses semejantes, con problemas similares, relacionados con el trabajo, por tenerlo o por no tenerlo, y el sindicato las pone en contacto, las reúne, las agrupa, las saca de la soledad y las organiza para buscar soluciones a sus carencias. Esta actividad se resume en una gran palabra: La Unión.
Una manera de mostrar esa Unión, es en una Reunión. Reunirse, en un principio, es algo que se hace para conocerse, trabar, implicar, en un bar, en una plaza… No, la ópera no es un buen sitio, ni un concierto punk. Lugares públicos fuera del trabajo, sótanos clandestinos, o un banco a la hora del desayuno, la reunión plantea dos cosas que no me canso de publicitar: la relación personal de confianza, y el llegar a acuerdos colectivos. La reunión sindical, es siempre clara, va a lo concreto, y procura definir tareas y responsabilidades. Esa es la diferencia con una reunión de anarquistas, que hablan de lo que les sale del nabo.
La reunión más formal, más complicada, es la asamblea. ¿Cómo hacer una asamblea sindical? Pues con mucho respeto, ya que los que se desplazan a ella han abandonado muchas tareas que se traen entre manos. Eso quiere decir: el orden del día es sensato; la actitud es solemne; hay símbolos que representan al colectivo. Conclusión: la gente saldrá de allí con la impresión de que sus ideas son valoradas, y de que son fuertes. Antes de la reunión, el individuo se siente débil. Después de la reunión, el grupo percibe potencia. Siente, la fuerza del número.
Normalmente, en las espantosas reuniones en las que la gente solo quiere escucharse a sí mismo, el que dirige el baile, va a dar la chapa, a que la gente vote lo que él quiere. En contraposición, un buen sindicalista siempre estará en la reunión esperando que de allí salga un compromiso colectivo. Lo suyo, lo del sindicalista, no es proponer lo imposible. Eso solo genera frustración y sensación de fracaso. Ese tipo o tipa propone en asamblea lo que sabe que el sindicato, (todos los presentes apoyados por una estructura decidida, y una práctica con experiencia), están capacitados para conseguir.
Así que, a parte de plantear la reunión en un lugar y un horario accesible, con un orden del día corto, concreto, útil, difundido cara a cara (mandar un mail es muy poco efectivo) hay que tener esta actitud sindical cuando estás allí metido: escuchar. Si sois diez, y cada uno escucha el 90% del tiempo, al final habréis hablado todos. Si quieres saber qué piensa la gente, sin prejuicios, un buen espía escucha, observa, analiza, y solo habla cuando es necesario. Además, una gran ventaja de escuchar mucho y hablar poco es la siguiente: mientras menos hables, menos gilipolleces vas a decir. Si hablas poco, usa tu palabra para fabricar deseos, haz que obtener cosas que están a al alcance de la fuerza del número, sea el centro de las conversaciones del sindicato.
De esta forma ellos, trabajadores solitarios, mujeres asalariadas, van a quedar liados en la rueda sindical, y en lugar de estar discutiendo lo que quiera que tengan de habitual, van a pensar en términos de fuerza, derechos y posibilidades.
Y recuerda: trabajadores reunidos, empresario asustado. O como mínimo, mosqueado.
Una manera de mostrar esa Unión, es en una Reunión. Reunirse, en un principio, es algo que se hace para conocerse, trabar, implicar, en un bar, en una plaza… No, la ópera no es un buen sitio, ni un concierto punk. Lugares públicos fuera del trabajo, sótanos clandestinos, o un banco a la hora del desayuno, la reunión plantea dos cosas que no me canso de publicitar: la relación personal de confianza, y el llegar a acuerdos colectivos. La reunión sindical, es siempre clara, va a lo concreto, y procura definir tareas y responsabilidades. Esa es la diferencia con una reunión de anarquistas, que hablan de lo que les sale del nabo.
La reunión más formal, más complicada, es la asamblea. ¿Cómo hacer una asamblea sindical? Pues con mucho respeto, ya que los que se desplazan a ella han abandonado muchas tareas que se traen entre manos. Eso quiere decir: el orden del día es sensato; la actitud es solemne; hay símbolos que representan al colectivo. Conclusión: la gente saldrá de allí con la impresión de que sus ideas son valoradas, y de que son fuertes. Antes de la reunión, el individuo se siente débil. Después de la reunión, el grupo percibe potencia. Siente, la fuerza del número.
Normalmente, en las espantosas reuniones en las que la gente solo quiere escucharse a sí mismo, el que dirige el baile, va a dar la chapa, a que la gente vote lo que él quiere. En contraposición, un buen sindicalista siempre estará en la reunión esperando que de allí salga un compromiso colectivo. Lo suyo, lo del sindicalista, no es proponer lo imposible. Eso solo genera frustración y sensación de fracaso. Ese tipo o tipa propone en asamblea lo que sabe que el sindicato, (todos los presentes apoyados por una estructura decidida, y una práctica con experiencia), están capacitados para conseguir.
Así que, a parte de plantear la reunión en un lugar y un horario accesible, con un orden del día corto, concreto, útil, difundido cara a cara (mandar un mail es muy poco efectivo) hay que tener esta actitud sindical cuando estás allí metido: escuchar. Si sois diez, y cada uno escucha el 90% del tiempo, al final habréis hablado todos. Si quieres saber qué piensa la gente, sin prejuicios, un buen espía escucha, observa, analiza, y solo habla cuando es necesario. Además, una gran ventaja de escuchar mucho y hablar poco es la siguiente: mientras menos hables, menos gilipolleces vas a decir. Si hablas poco, usa tu palabra para fabricar deseos, haz que obtener cosas que están a al alcance de la fuerza del número, sea el centro de las conversaciones del sindicato.
De esta forma ellos, trabajadores solitarios, mujeres asalariadas, van a quedar liados en la rueda sindical, y en lugar de estar discutiendo lo que quiera que tengan de habitual, van a pensar en términos de fuerza, derechos y posibilidades.
Y recuerda: trabajadores reunidos, empresario asustado. O como mínimo, mosqueado.
Está bien para colgarlo en el tablón de anuncios de la empresa.
ResponderEliminar...También estaría bien que la gente lo leyera y reaccionase.
Salud!
Hay gente que es tan tonta que le apremias diciendo que su situación es mala y puede cambiar que si lo cuelgas en lso tablones te lo arrancan. Así somos y así nos va.
EliminarSalud!
Este Acrato... jjajjja, siempre tan ocurrente. El caso es que ese serí un sindicato utópico. En la mayoría de casos se trata de personas que "viven del cuento" y "a costa de la empresa". Así que, poco margen de maniobra antiempresarial o proproletaria.
ResponderEliminarDe todos los sindicalistas que conozco solo UNO defiende "de verdad" a los trabajadores.
Y yo me pregunto: quéhay de los parados, quién vela por ellos? Sindicatos? Noooooo.
Gracias por comoartir y comparto.
Me has leído el pensamiento: http://tarcoteca.blogspot.co.uk/2017/06/el-target-anarcosindicalista-descubre.html
EliminarUno de los puntos flojos del sindicalismo es la organizacion de los parados y los precarios. Por ejemplo el SAT si dio respuesta.
En cuanto a lo de vivir del cuento eso ya es cuestión de sus afiliados que lo permiten. En la CNT no hay liberados.
Salud!
Cierto. Lo de los liberados clama a los infiernos.
ResponderEliminarAbrazos