La tarcoteca

by Pablo Heraklio, PHkl/tctca. Contact at Tarcoteca@riseup.net

miércoles, 4 de diciembre de 2024

10 Ideas-Fuerza del Anarquismo y 3 conclusiones sobre su Arraigo Psíquico y Social

La práctica y filosofía del anarquismo puede aumentar o disminuir, ajustarse y variar, pero, por su propia concepción, no puede ser destruidas aunque se destruya físicamente a todas y cada una de sus practicantes. Está condenado a resurgir una y otra vez desde el fondo de la psique humana porque sus principios son necesidades básicas de comportamiento social (igualdad) y del discernimiento (verdad). Pero también es muy lábil, debido a su dependencia intrínseca de Participación. En este artículo veremos por qué. No os perdáis ni las 10 Ideas ni las 3 conclusiones.


Deprimido en mi cuarto, en medio de una crisis existencial, me lamentaba de que el anarquismo, como prácticamente todos los ismos, estuviera de capa caída. Mientras hay tendencias que despuntan, movidas por motivos espurios, como individualismo, consumismo, supremacismo, etc... El anarquismo y la acracia languidecen condenados a chocar y enfrentarse  con todas estas tendencias constantemente. Desolado e pregunté entonces a mi mismo si estaría equivocado, si la anarquía estaría equivocada, si todo serían mentiras. Y esto fue lo que me conteste.

De qué hablamos


La expansión del anarquismo se encuentra limitados por varios factores. Hay que estudiar estas condiciones, que son sus límites, para darnos cuenta de cómo actuar y qué cambiar si se quieren conseguir resultados distintos. Por extensión y propósito del trabajo, nos centraremos en las condiciones internas, que son las que materialmente somos capaces de controlar. También partiremos de la definición social, que es a su vez una declaración política, para desarrollar y expresar más claramente las ideas filosóficas que acompañan al movimiento, y que sus miembros llevan marcadas a fuego en su corazón, a veces sin darse cuenta. Y por último, decir que hemos numerado las Ideas-Fuerza según surgían.


-Condiciones Externas, derivado del espacio, tiempo, condiciones materiales, cultura, fuerzas políticas, composición social y las condiciones particulares de cada localidad (políticas y geopolíticas)...

-Condiciones Internas, derivadas de su propia política, práctica y filosofía del anarquismo.

Ideas-Fuerza
1º Anarquía es Igualdad
2º Acracia es Libertad
3º El Anarquismo es Espíritu de Entendimiento
4º Anarquismo es Participación
5º Eres Anarquista Aunque esté sola
6º Eres Anarquista Aunque no lo declares
7º Los Anarquistas tienen Razón
8º La Libertad no es Absoluta
9º Sin Verdad no hay Anarquía
10 Sin Justicia no hay Acracia

Definición Social


La definición del movimiento propone a su vez sus límites y condiciones, e indican qué es y qué no es. Definirlo es limitarlo.

Definir el anarquismo, como movimiento social extenso y ecléctico, no es fácil. Sin embargo, podemos fijarnos en lo más básico, su propia etimología, como referente. Si la política es la gestión del espacio social, esta gestión se puede ejercer de varias formas: 

1º Anarquía es Igualdad

Anarquía: "an-arkia", del griego "an-arkhe", literalmente "sin-primero", pero también "sin dominio". Si la gestión del espacio no la ejerce "un primero", es porque porque no hay primero. Por lo tanto tampoco hay segundos, ni últimos. No hay distinciones ni categorías entre sus miembros. Todos los miembros comparten las mismas atribuciones, por consiguientes son iguales

La Anarquía, que no haya un primero, que no haya distinciones, que no haya jerarquías, que no haya prejuicios, es pues una característica, un aspecto destacado, de la igualdad y del movimiento. 

2º Acracia es Libertad

Acracia: "a-kratos", literalmente sin fuerza, referido al sistema político. Si hablamos de un sistema político y social, es aquel en el que no se usa la fuerza para imponer las normas, y por ende tampoco la coacción. Por tanto, las vías del consenso son el debate, negociación y aceptación voluntaria.

Que no exista coacción, es una condición necesaria de la Libertad Individual, de la Soberanía Personal, es decir, de la Libertad. Si lo coartas la libertad lo que tienes es un mando y un mandado, un Amo y un Siervo. No hay libertad si hay coacción o imposición (imposición coactiva).

Contrato Social

Como vemos, los principios rectores del anarquismo se encuentran perfectamente enmarcados dentro de las corrientes liberales del S.XVIII durante la ilustración, y se ajustan a los términos y planteamientos nacidos a partir de los estudios de la época, como el de Rousseau en el Contrato Social 1762 (AQUI pdfAQUI audiolibro), cuya lectura recomendamos. Cayó el viejo régimen estamental y se impusieron progresivamente los sistemas liberales. Pero continuaron las contradicciones, por ejemplo, al sustituir la servidumbre feudal ligada a la tierra por la servidumbre voluntaria al dinero. Tuvo que seguir avanzando el tiempo para que las distintas tendencias políticas liberales se definiesen (1º Internacional Socialista) y separasen (St Imier 1872) sucesivamente hasta llegar al punto actual. 

Soberanía personal

La soberanía personal, la libertad individual, es crucial dentro del anarquismo, porque marca, delimita, concreta, las circunstancias en que se puede ejercer el anarquismo y cuándo no. Se podría decir que nos quita el sueño y genera constantes conflictos. Las preguntas clave son: ¿Puede un anarquista obligar a otra persona a serlo? Es decir, ¿Es ético que una persona que busca la "no imposición" la imponga? O dicho de otro modo ¿Puede una persona renunciar a la "no imposición", porque alguien se lo imponga?

Si 'las libertades' se entrelazan y chocan, es inevitable que se limiten de uno u otro modo, luego la ni Libertad ni la soberanía personal, son absolutas. Son Limitadas. "Mi libertad acaba donde empieza la de los demás". 

Esto hay que tenerlo en cuenta para evitar falacias lógicas, si no podríamos encontrarnos con paradojas como "ser libres para ser esclavos". O la del 'Buen Tirano': "yo te controlo para que puedas ser libre". Solo en un grupo entre iguales puedes ser libre.

O dicho de otro modo más crudo: la libertad debe ser impuesta o no será.

Teoría científica

También advertimos que el anarquismo se ajusta a la propia teoría científica. Si ésta se basa básicamente en premisas de Reproductibilidad, falsabilidad (refutable), coherencia y lógica, por resumirlo; la filosofía anarquista necesita de estas herramientas para construirse. El no usar herramientas objetivas supondría que los subjetivismos, aunque sus enunciados fuesen compartidos por una mayoría, pudieran no aplicar el principio fundamental de "an-arkhe", es decir, podrían actuar de forma particular o con preferencias, lo cuál, por su propia definición, no es anarquismo.

Definición Filosófica

-¿A qué nos referimos cuando definimos el anarquismo y la acracia?
Como hemos mencionado, tanto al definir acracia como de anarquía, nos referimos a un ámbito, una categoría, muy concreto, la política y la sociedad. Pero, ¿Qué pasa cuando entendemos ambos conceptos en el ámbito de la filosofía? Es decir, ¿Qué sucede si aplicamos los conceptos a todos los ámbitos del conocimiento (gnosia)?

Parecerá una estupidez pero ésta es una de las mayores fuentes de confusión entre los propios anarquistas. 

-¿A qué nos referimos cuando no declaramos "sin jerarquías"?
La Anarquía Filosófica, "sin primero", "sin preferencia", "sin principio", no es la falta de reconocimiento de secuencias (en las que hay un primero, segundo, tercer elemento etc...); porque las secuencias son, y no pueden no ser. Lo que indica es la falta de preferencia subjetiva, y la falta de preferencia personal, por unas u otras secuencias secuencias, o de uno u otro orden. Es la aceptación de la secuencia natural, evidente, axiomática. La falta de 'prejuicio' significa que el 'juicio' se emite a posteriori. Por tanto, es la necesidad de reconocimiento de la Verdad objetiva. Si hay una verdad, es porque existe una falsedad; algo que no se ajusta al axioma o evidencia.  Por lo tanto, se establece un proceso, primero de discernimiento, después de aceptación. Un proceso que, por así decirlo, para que sea justo, debe segur unos principios comunes, objetivos, compartibles y no impuestos.

O dicho de otro modo, si una proposición es enunciada sin tener en cuanta su validez formal y lógica (ej: porque lo dice dios, yo soy la ley), si atiende a motivos subjetivos sin tener en cuenta las condiciones objetivas, solo puede ser declarada como no anarquista; al igual que no científica. Vemos de nuevo la necesidad de Verdad como una precondición del anarquismo.

3º Espíritu de entendimiento

¿Existe la espiritualidad en el anarquismo?
Y esto es muy importante por una razón muy simple, hay filosofías espiritualistas que se quieren entroncar con el anarquismo, pero no pueden. Las principales son las religiones. Y esto es así porque su verdad revelada, experiencia inefable, experiencia particular, o entelequias, no pueden ser ni reproducida, ni refutada, por muy lógicas o coherentes que pretendan ser. No pueden ser compartidas. Actúan como axiomas y evidencias para sí, de mismas, "son porque son". Su último recurso es la "duda razonable". Podrían tener razón, pero la "carga de la prueba" la tiene quien enuncia la premisa, no quien la refuta. Primero tienen que probar por lo menos que no son subjetivas, lo cuál es, por su propia definición, imposible. Tendrán que buscar otro camino. Nada contradice que una persona espiritual exprese sus inquietudes o moral en términos compartibles y explicables para el grupo o comunidad.

Dicho de otro modo, el espíritu anarquista es un espíritu de entendimiento, conocimiento y reconocimiento mutuo, sin el cuál no puede existir (simplemente, sería otra cosa).

4º Anarquismo es Participación, Delegación y Sanción

En la teoría anarquista continuamente se expone cómo la jerarquía, la "prevalencia de uno", es metódicamente anuladas en sus organizaciones. Primero porque anula el principio de igualdad, generando la subordinación, y segundo porque limita la libertad individual. 

Sin embargo existe una 'necesidad de concreción' en que es imposible tomar decisiones todo el tiempo, en todo, y de todo. En su lugar, como opuesto, se sitúa la delegación, una capacidad temporal de interpretar los deseos y necesidades del grupo. Este es un problema para el anarquismo, porque si no se participa del sistema, si no se expresa la voluntad individual, si el delegado no es sancionado en sus decisiones, se impone la "ley de hierro de las oligarquías". 

-Necesidad de Participación

Este es el por qué fundamental de la decadencia del anarquismo en las sociedades adormecidas y acomodadas, que si no se participa, no hay anarquismo. A demás explica cómo la falta de disponibilidad destruye al propio movimiento. Se puede decir que, sin participación, hay anarquismo pero no movimiento. Se puede decir que nos desespera la no participación.

5º Eres Anarquista aunque estés sola

Por principios, puedes ser anarquista sin necesidad de un grupo o sociedad que valide tus premisas, siempre y cuando no te abstengas de tus preferencias subjetivas, y aceptes las secuencias naturales, la verdad, y actúes buscando la igualdad sin coacción. 

6º Eres Anarquista aunque no lo declares

Si el anarquismo es un conjunto de prácticas y filosofías que tienen en común la igualdad y la libertad sin coacción, conforme a principios de verdad y justicia, una persona puede ser reconocida como anarquista aunque no se declare así misma. 

Por lo mismo, una persona cuyo proceder o filosofía sea declaradamente anarquista o ácrata puede no serlo si no se ajusta a los parámetros mínimos definitorios del movimiento. 

¿Podemos declararnos ácratas o anarquistas cuando en nuestro quehacer diario, por nuestro trabajo, somos sometidas y sometemos a otras personas a nuestro criterio? Si. Si nuestras circunstancias no dependen de nosotras, si cuando tienes la oportunidad te desenvuelves conforme a tus principios ácratas y si tienes ánimo de revertir la situación, eres Ácrata.

7º Los Anarquistas tienen Razón

Independientemente del tema a abordar, cuando lo estudias sin prejuicios, con lógica, verdad y justicia, el resultado puede ser insatisfactorio, falso o parcial, pero no 'mentira'; en cuanto que no existe intención de engaño. Por ellos, su Razón interna, su argumento, por su propia estructura, permitirá corregir los posibles errores. Esta es una de las mayores ventajas a la hora de propagar el anarquismo.

8º La Libertad no es Absoluta

La Soberanía Personal, la "libertad" o "Acracia", queda delimitada por la propia definición. Y marca una forma de hacer las cosas y moverse por el mundo, sin coacción. Queda refutada la idea de Libertad Absoluta como ideal Ácrata, a costa de dejar de ser anarquista. 

Esta es un materia fundamental, sobre todo en lo referente a la Delegación de funciones y responsabilidades, incluso en la división del trabajo. Así pues, mientras el anarquismo postula una delegación limitada, los sistemas liberales se arrogan el derecho total a ejercer algunos derechos fundamentales, lo cuál resulta en el mantenimiento de sus privilegios, en concreto el derecho a la defensa y el ejercicio de la violencia. En estos casos el pueblo no es soberano, sino vasallo.


9º Sin Verdad no hay Anarquía

Aplicado a lo concreto, en una organización, sociedad, en la que el trabajo está dividido, hay razones más importantes que otras para hacer lo que se hace. El anarquismo no es hacer que todas las razones tengan igual validez, en cuanto a importancia, sino que sean sopesadas de igual forma, validez formal, sin imposición de subjetividades, es decir, basándose en la validez objetiva. Como vemos, este no es solo un principio científico, sino que requiere de la práctica de la Verdad y Justicia.

10º Sin Justicia no hay Acracia

La libertad, la acracia, está autolimitada. La libertad de una persona finaliza cuando empieza la de otra persona. Cuando esto no sucede, cuando los intereses chocan, cuando chocan las libertades, hay veces que no se llega al entendimiento. 

Conclusiones

1º Ave Fénix - Lo más importante, la práctica y filosofía del anarquismo puede aumentar o disminuir, ajustarse y variar, pero, por su propia concepción, no puede ser destruido; como a muchas, infantilmente, les gustaría. Está condenado a resurgir una y otra vez desde el fondo de la psique humana, porque sus principios son necesidades básicas de comportamiento social (igualdad) y del discernimiento (verdad).

2º Organización de Masas vs Oligarquías - La falta de participantes impulsa a la formación de oligarquías, que desvirtúa poco a poco el movimiento, haciendo que pierda participantes y se produzcan constantes escisiones; que debilitan aún más al movimiento.

3º El Leviathan contra Gaia - Con este breve estudio, mis dudas existenciales se respondieron, y ahora sé por qué tengo razón y por qué no puedo dejar de ser anarquista. El resto del planeta puede seguir creyendo que ceder parte de su soberanía, de forma roussoniana, por los motivos que sean, al Leviathan de Hobbs, es lo mejor que se puede hacer. Un hito de la Historia de la Humanidad. Les recordamos que estos mismos seres de poderes arrogados están destruyendo el planeta con su consentimiento o subordinación. 

Nosotras comunistas, nosotras anarquistas, nos propusimos acabar con su sistema; el sistema del que se sirven las oligarquías para explotar literalmente al mundo, nuestra Gaia. Nos va la vida en ello.

Salud! PHkl/tctca
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Para Saber más

9 comentarios:

  1. "Las disputas, si no se enconan y enquistan, son positivas; el debate teórico es sano; lo que es insalubre y suicida es que el debate sustituya a la militancia. Ciertos anarquistas no tienen más problemas militantes que el propio anarquismo: o vigilar sus esencias o ponerlo al día, pero la disputa sigue fijándose en un marco erróneo, igual que en el XIX.

    Sí, la disputa entre colectivistas y comunistas nos ayudó a vislumbrar cómo una parte del anarquismo de la época seguía ligado a cierta concepción de propiedad privada y salario y cómo otra quería transcender de eso y ser generosa; también cómo una parte trataba de ser realista y práctica y cómo otra podía pecar de optimismo exacerbado. Era una cuestión de fondo que dibujaba maneras y actitudes. Pero también era una disputa por algo que aún no se había producido: una revolución social que pusiera la economía en manos de los trabajadores. El debate quizás pudo ayudar a perfilar mejor lo que sucedería en situaciones revolucionarias como la del 36, pero el debate por el debate, sin transcender del plano teórico, puede dibujar el mejor de los futuros, pero no deja de ser una especulación, un discurrir sobre la nada, cuando falta crearlo todo. Puede también que el debate sobre las distintas concepciones sindicalistas tuviera una dimensión más práctica, pero seguía basándose en una premisa errónea: transformar la praxis ajena. Sólo nos es dado cambiar nuestra propia actividad; si algo no te gusta trabaja en sentido contrario y que la práctica demuestre si andas errado o acertado. En con-secuencia, el debate no debe fijarse más —no desde luego prioritariamente— en el terreno ideológico; la validez de una idea debe medirse en el terreno práctico, en el terreno de los hechos.

    Desde mi punto de vista sólo hay dos anarquismos: el contemplativo y el combativo. Ya pueden recibir el nombre de insurreccionalismo o anarquismo social, cualquiera de los dos puede representar a alguna de las dos tendencias en algún momento.
    El anarquismo contemplativo vive a través de vidas ajenas, su terreno es el debate centrípeto. Se sienta a analizar y a discursar, a anatemizar enzarzado en eternas luchas internas. Su campo es el de la teoría y el quietismo, sea de comité, de asamblea, de manifestación, de red social o de quema de contenedor (un teórico del molotov no es menos contemplativo que un teórico de despacho). El inmovilismo como modus vivendi; la pontificación como modus operandi. Charlas y difusión de ideas es su terreno natural, el ambiente donde se siente cómodo; incapaz de transcender de ese hábitat y saborear los adoquines o el bancal. El propio anarquismo en su campo de batalla, su objeto
    No se puede discutir cual o tal teoría es mejor sobre el papel, cuál satisfará mejor nuestras necesidades sin transcender de la hipótesis; debe comprobarse empíricamente y que los resultados hablen. ¿Pero qué requiere esto? Trabajo de campo, duro trabajo de campo. Y es eso, y no otra cosa, lo que divide a los anarquismos en liza. Basta ya de supuestas divergencias en base a acuerdos, congresos, pensadores y modelos imaginarios. (continúa)...

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  2. Desde mi punto de vista sólo hay dos anarquismos: el contemplativo y el combativo. Ya pueden recibir el nombre de insurreccionalismo o anarquismo social, cualquiera de los dos puede representar a alguna de las dos tendencias en algún mo-mento.
    El anarquismo contemplativo vive a través de vidas ajenas, su terreno es el debate centrípeto. Se sienta a analizar y a discursar, a anatemizar enzarzado en eternas luchas internas. Su campo es el de la teoría y el quietismo, sea de comité, de asamblea, de manifestación, de red social o de quema de contenedor (un teórico del molotov no es menos contemplativo que un teórico de despacho). El inmovilismo como modus vivendi; la pontificación como modus operandi. Charlas y difusión de ideas es su terreno natural, el ambiente donde se siente cómodo; incapaz de transcender de ese hábitat y saborear los adoquines o el bancal. El propio anarquismo en su campo de batalla, su objeto de disección, el sujeto de su militancia. El anarquismo contemplativo es la etapa infantil e inmadura de la ideología anarquista; por muy seria, respetable y vetusta que parezca. (continúa)...

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  3. El anarquismo combativo, el que defendemos y practicamos desde la FAGC, es el anarquismo que se faja, el que está a pie de calle, el que lucha. Sea tensionando en una manifestación para evitar que la gente quede impasible ante una carga policial, sea forzando las circunstancias para que un conflicto laboral no acabe en armisticio. Es el anarquismo que se moja, el que se arremanga y se mancha las manos. El que lucha en la fábrica, en la asamblea de barrio, en la calle. Gamonal y Can Vies son ejemplos de esto, la Comunidad “La Esperanza” también. Es el que ha sobrepasado los límites de las tertulias y la militancia oral. Ya no cree que verbalizando algo se consiga cambiarlo. Su actividad es centrí-fuga, no va dirigida a complacer a los “iniciados”, a convencer a los “convencidos”; el circuito de los compañeros se le queda es-trecho. El discurso de consumo interno se le antoja cacofonía. No milita para los anarquistas; milita para llevar la anarquía al suelo, para llevar la anarquía al pueblo. Diseña sus tácticas y su estrategia, su hoja de ruta, definiendo bien qué quiere y cuándo lo dará por conseguido, para poder avanzar a la siguiente etapa. Su hábitat es el barrio, la chabola, el parque, el tajo, el terreno abandonado, la casa expropiada. Es el anarquismo entendido como ideología adulta, por osada y audaz que sea su actitud, por nuevos que parezcan sus planteamientos. (continúa)...

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  4. En mi experiencia en estos últimos cuatro años en la FAGC, y especialmente en los dos últimos en la Comunidad “La Esperanza”, he llegado a concebir el anarquismo en esos térmi-nos, como una ideología adulta. El idealismo es necesario, pero no basado en irrealidades ni quimeras, sino en la capacidad real de aplicar las ideas pertinentes para transformar el entorno. Hay que descifrar los límites de los propios mitos, sean ideológicos, teóricos o de cualquier clase; descubrir la falsabilidad de los pensadores de referencia y tratar de aplicar las propias ideas teniendo en cuenta que por muchos antecedentes que tenga lo que te propones, y por más jugo que le saques a experiencias pasadas (la historia debe entenderse como pista, no como remanencia), la realidad es que esta experiencia, esta concreta, nadie la ha intentado antes; sólo tú y los que te acompañan. El discurso exclusivamente autorreferencial se diluye y queda la dura realidad. Es dura, pero es tuya. (continúa)...

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  5. Esta realidad lo es porque se asienta en algo tangible. En los siglos XIX-XX existía un anarquismo de fábrica, y esa fue su gran fuerza. Existió también en ese periodo fini/primisecular un anarquismo cultural que dotó de soporte teórico y literario la obra muscular. Nosotros proponemos un anarquismo de calle, un anarquismo callejero, de barrio, de exclusión social. El obrero salido del siglo XX y que despierta al siglo XXI se da cuenta, después de haber sobrevivido a la coartada capitalista de la crisis, que de obrero cualificado que fabricaba casas para otros ha pasado a ser un sin techo. Personas abocadas a la marginalidad porque sin apenas transición han sufrido un cambio: obreros ayer; indigentes hoy. Algunos no han mutado; de forma endémica han nacido condicionados socialmente para ser carne de asfalto. El discurso anarquista les complace en su utilidad: les es natural la hostilidad a la policía y el rechazo a la sacralidad de la propiedad privada; les es imprescindible sobrevivir a través de ciertas formas de apoyo mutuo, por lo menos en determinados estadios. Si este discurso se convierte en la práctica en un modelo eficiente de necesidades básicas plenamente satisfechas entonces la anarquía funciona, es útil para ellos, y con eso, sin necesidad de hacerse anarquistas, les basta. (continúa)...

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  6. No hace falta que se nos encuadre en el insurreccionalismo por nuestra radicalidad o el anarquismo social por nuestra labor. Somos anarquismo de combate y las etiquetas de ese tipo se nos quedan estrechas. Hemos recibido un baño de realismo y hemos descubierto que la anarquía llevada a la práctica funciona, que puede gestionarse una microsociedad de 250 personas de manera eficaz siguiendo ese modelo. Pero también sabemos que ayudar a alguien no cambia necesariamente su mentalidad, y esto ya lo expondré en un futuro artículo.
    Lo que importa ahora es saber que un anarquismo de barrio, sumergido en la marginación social, trabajando en el ghetto, es imprescindible; un anarquismo implicado en los problemas reales de la gente. Es imprescindible no porque suponga por sí mismo la “conversión de la gente”, sino porque es la mejor, si no la única, forma de llegar a ella. Para llegar a la gente no queda otra que tocar sus intereses y necesidades. (continúa)...

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  7. Pero si para esto no funciona la provocación vacua, que al menos remueve el avispero, menos funciona el discurso de reformar instituciones. En un momento en el que la gente está más desapegada de la política que nunca, nuestra misión es forzar la ruptura, no invitar a la conciliación con nuevas maneras dentro de las mismas estructuras. La situación es proclive para relanzar la organización popular desde abajo, para movilizar a la gente (movilizarnos con la gente) en base a sus necesidades y exigencias primarias, para estructurar el subsuelo, para dotar de cuerpo y músculo a los que no tienen (tenemos) nada. Enredarlos en promesas electorales, en aspiraciones de políticas locales, en la creación de instituciones, es un suicidio: primero, porque nunca se han sentido tan distantes de ellas; segundo, porque por fin son capaces de hacer otras cosas. A un enemigo herido que tiene que reestructurarse a toda prisa no se le refuerza, se le remata. Las instituciones deben ser vistas como el adversario al que se le arrebatan cosas por la fuerza, a través de la presión y el desgaste; el contrincante al que se mina hasta que se le pierda el temor y el respeto. No como el arma que es buena o mala en función de quién tenga la empuñadura. Más allá del maquiavelismo y el oportunismo de la hipótesis, tengo una cosa clara: también los ratones antes de ser devorados imaginan estar jugando con el gato. Eso es jugar a la política: creer que le estás dando cuartelillo al que está apunto de fagocitarte. (continúa)...

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  8. Yo no juego a juegos donde las reglas las imponen otros. Y hay un anarquismo que tampoco. Ese anarquismo sabe dónde está su lugar natural para incidir en la vida social, se aleja de las peleas de capilla y se une a las aspiraciones del pueblo para punzarlas, hostigarlas, y ver si pueden ir más lejos. Este anarquismo no se establece en unos parámetros de superioridad moral (y lamento si mi retórica lo da a entender, pero no es mi intención repartir sopas con honda), no lo propongo porque sea “la última palabra” en revolución social; lo planteo por una simple cuestión de supervivencia. O nos abocamos a la endogamia de “la anarquía para los anarquistas” (cuando la anarquía debe ser para la gente de a pie) o nos dejamos matar metiéndonos en estructuras de poder que nos comerán y excretaran antes de darnos cuenta. Hasta ahora esas parecían ser las únicas opciones: o cerrarse en banda o entregarse con armas y municiones. No puede ni debe ser así, nuestra supervivencia y la de nuestro mensaje está en el combate, está en la calle, está en las necesidades más instintivas del pueblo. Es necesario detectar qué necesita, ver si nuestra praxis puede proporcionárselo, adaptar nuestras herramientas al momento, elaborar un programa que dé soporte teórico a nuestras conquistas y, una vez alumbrado el camino, compartir dichas herramientas y colectivizarlas (sabiendo cuándo hacerse a un lado). (continúa)...

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  9. No me importan las caricaturas; lo de “anarquismo barriobajero” o “anarco-lumpen” no es la primera vez que lo oigo. Me importan los resultados. El anarquismo callejero ha proporcionado la mejor carta de presentación de nuestra práctica en años. La mayor ocupación de inmuebles del Estado español no la ha conseguido un partido, una coalición electoral ni una organización pro-sistema; la ha iniciado una organización anarquista a través de herramientas anarquistas y haciendo funcionar un modelo anarquista sin necesidad de que los implicados lo fueran. Ese anarquismo de barrio ha dado 71 viviendas a 71 familias que equivalen a más de 250 personas. No habla la teoría; hablan los números, hablan los hechos, habla la tozuda realidad.

    Tomado de ANARQUÍA A PIE DE CALLE, de Ruyman Rodríguez

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