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domingo, 1 de octubre de 2023

Los Medios de Comunicación Preparan al público para una Guerra con China - Antony Loewenstein y Peter Cronau

Traducción tarcoteca - The Media Are Targeting the Public for a War with China - Global Research 29.9.2023 por Antony Loewenstein y Peter Cronau

Un reciente artículo en el periódico británico Telegraph llevaba el título: “Un misil gana-guerras expulsará a China de Taiwán, rápidamente”. Escrito por David Axe, quien colabora regularmente con el medio, detalló un juego de guerra el año pasado organizado por el think-tank estadounidense, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).

En él, examinó una invasión china de Taiwán y concluyó que la Armada estadounidense quedaría casi completamente aniquilada. Sin embargo, escribió Axe que la Fuerza Aérea de Estados Unidos “podría destruir casi por sí sola la fuerza invasosa china”.

¿Cómo? Con el uso de un misil de ataque conjunto aire-tierra (JASSM) fabricado por Lockheed Martin.

"Es un misil de crucero sigiloso y de gran precisión que puede alcanzar cientos de kilómetros desde su avión de combate", explicó Axe. "Hay versiones de largo alcance del JASSM y también una versión antibuque especializada, y la USAF [Fuerza Aérea de EEUU], y sus servicios hermanos, están comprando miles de misiles por valor de miles de millones de dólares".

Fuera de este análisis, se omitía el hecho de que Lockheed Martin es uno de los principales patrocinadores del CSIS [autopublicidad]. Los editores del Telegraph desconocían o no se preocupaban de este detalle crucial.

Una semana después de este artículo Axe escribió otro para el mismo periódico, titulado “La Marina de los EEUU debería construir una armada de robots para librar la batalla de Taiwán.”(12.9.2023)

“La Marina de los Estados Unidos se está reduciendo”, comienza la historia. “La marina china está creciendo. Las implicaciones, para una Región del Pacífico libre y próspera, son enormes”.

Apenas pasa un día sin que en los medios de comunicación británicos o australianos aparezca una noticia que aumente el miedo a los gobernantes de Beijing y enmarque una acumulación militar masiva por parte de Estados Unidos y sus aliados como necesaria frente a la agresión china.

Estos artículos repetitivos de los medios condicionan al público, y así permiten, o obligan, a la clase política, a subir las apuestas sobre China.

Propaganda de los grupo de expertos

Los think tanks, respaldados por empresas armamentísticas, desempeñan un papel clave en la propaganda pública sobre la aparente necesidad de un conflicto con China (o al menos de prepararse para una guerra por Taiwán).

Con demasiada frecuencia, los periodistas mediatizados propagan alegremente como loros la “investigación” pro-guerra que ofrecen estos think tanks.

Un estudio reciente realizado por la institución de investigación del Instituto Quincy encontró que el 85% de los think tanks mencionados en los principales medios de comunicación estadounidenses, cuando cubrían la guerra de Rusia en Ucrania, estaban financiados por traficantes de armas como Lockheed Martin y Raytheon. Muy pocas noticias en los medios mencionan quién financia a los think tanks, lo que deja al público en la oscuridad.

Tanto en Australia como en el Reino Unido, los think tanks también ocupan una posición exaltada entre la información de los medios. A menudo etiquetados como “institutos” para dar una apariencia de credibilidad académica, a menudo son portavoces, apenas disfrazados, de la política estratégica estadounidense.

Por ejemplo, el Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI), con sede en Canberra, ahora tiene una sucursal en Washington DC. Sus financiadores complementarios incluyen el Departamento de Defensa de EEUU, Thales Group, BAE Systems, Boeing, Lockheed Martin, Rafael, así como Facebook y Twitter.

En el Reino Unido, Declassified descubrió que los medios de comunicación omiten sistemáticamente mencionar que el principal grupo de expertos militares de Gran Bretaña, el Royal United Services Institute, citado regularmente por los periodistas, está financiado por el ejército del Reino Unido, el gobierno estadounidense y las corporaciones armamentísticas.

Rodear a China

Mientras Washington giraba durante la presidencia de Trump para aislar e intimidar a China, los gobiernos de la alianzde inteligencia Five Eyes, como Gran Bretaña y Australia, han seguido su ejemplo. El pacto AUKUS entre Estados Unidos, el Reino Unido y Australia es nada menos que un programa multimillonario para rodear y contener a China en un momento de disminución de la influencia estadounidense en el mundo.

La presencia militar estadounidense en suelo australiano es la mayor desde la Segunda Guerra Mundial. El número de bases estadounidenses está creciendo rápidamente, con bases aéreas nuevas y mejoradas, una base de submarinos nucleares planificada, instalaciones de entrenamiento de marines y una cadena mejorada de sitios de vigilancia y comunicaciones avanzadas.

Los lazos militares entre los dos gobiernos se están profundizando a un ritmo rápido, y los medios estadounidenses lo presentan ante el público estadounidense como “mantener la estabilidad en la región del Indo-Pacífico”.

La ministra de Asuntos Exteriores australiana, Penny Wong, también, siguiendo la mejor tradición orwelliana, ha descrito este aumento militar sin precedentes, de Estados Unidos para enfrentar a China, como una “contribución a la estabilidad regional”.

Preparando al público

Los principales medios de comunicación de Australia informan de que la mayoría de estos acontecimientos son totalmente positivos, una respuesta racional a lo que nos dicen que es una China cada vez más beligerante.

Como gran potencia emergente, la historia sugiere que es probable que China muestre cada vez más sus músculos militares y ruido de sables sobre la “reunificación” con Taiwán. China tampoco es una democracia que promueva suficientemente los derechos humanos [no como USA en Guantánamo], ni internamente [qni en otras partes del mundo [en Irak todavía dan las gracias a las bombas americanas].

Pero la “amenaza” de China se está exagerando para satisfacer los objetivos geopolíticos occidentales y evitar el surgimiento de Beijing como una nueva superpotencia que desafíe la preeminencia global de Estados Unidos.

La falta de evidencias creíbles de cualquier amenaza militar directa a Australia no ha sido obstáculo para quienes preparan al público australiano para una intensificación militar estadounidense y un conflicto con China.

Sin embargo, las descripciones de la “agresión” y el “expansionismo” de Beijing están muy lejos de cualquier posible amenaza de bombardeo masivo sobre Canberra o de invasión de Australia.

En cambio, usan desde referencias a presuntos ciberataques a entidades australianas, la represión de la libertad de expresión en Hong Kong, el trato a los uigures en Xinjiang, la ocupación de islas en disputa en el Mar de China Meridional y la retórica sobre una futura reunificación con una provincia descarriada. Taiwán.

Los 'expertos' del Lowy Institute en Australia no vieron ninguna contradicción en describir la necesidad de “una Australia más independiente, dispuesta a minimizar la dependencia de China, y fundirse cada vez más a Estados Unidos militarmente”.

El Instituto está financiado en parte por el gobierno australiano y ha recibido fondos de los contratistas de armas estadounidenses Lockheed Martin y Boeing.

Interferencia extranjera

La clase política y muchos medios de comunicación, rutinariamente le dicen al público que existe un alto riesgo de interferencia extranjera, principalmente de estados “enemigos” como Rusia, China e Irán. En contraste, apenas hay discusión sobre la infiltracion de agentes israelíes y estadounidenses en Australia o Gran Bretaña, porque se los considera naciones "amigas".

Sin embargo, uno de los principales reporteros de defensa de Australia, Brian Toohey, escribió recientemente que:
 “los espías extranjeros nunca han tenido éxitos serios en Australia, con la posible excepción de los de Estados Unidos”.

“Cuando [la ministra del Interior] Clare O’Neil advierte sobre las amenazas a la democracia de Australia, está ejerciendo leyes de seguridad nacional que impiden que Australia siga siendo una democracia liberal."

“En 2003, el gobierno de Howard aprobó una ley que otorgaba a la ASIO [la agencia de seguridad nacional de Australia] el poder de mantener a personas bajo custodia secreta y obligarlas a responder preguntas, incluidas preguntas que podrían conducir a que estas personas fueran sometidas a ejecuciones extrajudiciales en el extranjero. Ningún otro gobierno occidental tiene un sistema así”.

Ninguno de estos hechos ha impedido que los medios australianos publiquen repetitivamente artículos sobre supuesta infiltración y vigilancia del estado chino, incluso si las pruebas de espionaje son mínimas o inexistentes.

En un caso, un empresario australiano con operaciones en China ha sido recluido en alta seguridad, acusado de “interferencia extranjera imprudente” por vender información sobre defensa y minería a presuntos espías chinos. La defensa de su abogado dice que todo el material aportado por los informes del consultor se obtuvieron de fuentes pública a partir de información pública.

Otro australiano, un ex piloto del ejército estadounidense, ha sido detenido por una solicitud de extradición de Estados Unidos por entrenar a pilotos chinos. Su defensa es que hace 15 años se proporcionó entrenamiento no clasificado a pilotos civiles a través de una academia de vuelo registrada en Sudáfrica.

Esto se produce después de que se revelara que docenas de ex soldados australianos, incluido el comandante de las fuerzas especiales, sirvieron como entrenadores militares para las tropas de los Emiratos Árabes Unidos mientras los Emiratos Árabes Unidos libraban una sangrienta guerra en Yemen. Este trabajo mercenario se ha realizado con el permiso expreso del gobierno australiano.

Espías chinos

El Reino Unido también tiene su propia historia de “Espías de China”, con el arresto de 2 hombres, uno de ellos investigador parlamentario, bajo sospecha de espiar para Beijing. Estas dos acusaciones sensacionalistas de espionaje, están ayudando, como tan amablemente declaró la BBC, a “acelerar” el debate sobre la política del Reino Unido hacia China.

Estos casos, y la cobertura mediática asociada, sirven para mantener, e incluso aumentar, la presión sobre los líderes políticos para que tomen más medidas enérgicas contra la supuesta influencia china.

El primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, está pasando ahora de describir a China como un “desafío sistémico y que define una época” a llamarla una “amenaza a nuestra forma de vida abierta y democrática”.

Los informes sensacionalistas y la evidencia nimia se han convertido en una característica del aumento del nivel de amenaza percibido por parte de China.

De hecho, este mes aparece en The Guardian un artículo [14.9.2023] que informa acríticamente las palabras del general Angus Campbell, jefe de las Fuerzas de Defensa de Australia, y sus advertencias de la “decadencia de la verdad” en las democracias occidentales debido a las mentiras dichas por China y Rusia.

Ni Campbell ni el periódico mencionan la letanía de mentiras dichas por Estados Unidos, el Reino Unido y Australia desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, y su impacto en la confianza del público en las instituciones. La charla del general Campbell fue patrocinada por el grupo de expertos ASPI, financiado por corporaciones armamentísticas.


Peligro amarillo

Este año se ha visto quizás el ejemplo más atroz de sinofobia en los medios australianos desde los grotescos artículos anti-chinos de 'Yellow Peril' en la revista 'The Bulletin' en la Australia colonial de la década de 1880. El crimen, la inmoralidad, la mano de obra barata y las enfermedades se consideraban una amenaza para la Australia blanca, que llacía a los pies del “Pulpo Mongol”.

Periodismo de tono similar apareció en una serie artúclis de tres días llamada 'Red Alert' en The Sydney Morning Herald y Melbourne Age en marzo. La primera entrega comenzaba con lo siguiente: “Australia enfrenta la amenaza de una guerra con China dentro de tres años, y no estamos preparados”.

Este análisis, impulsado principalmente por el grupo de expertos pro guerra ASPI y los periodistas alarmistas Peter Hartcher y Matthew Knott que escribieron las historias, declaraba que China intentaría invadir Taiwán pronto.

"La naturaleza de la amenaza se extiende a la perspectiva de una guerra a gran escala, y Australia tendría que estar involucrada", entonó siniestramente. "Australia enfrenta la perspectiva real de una guerra con China dentro de tres años que podría implicar un ataque directo a nuestra tierra".

El informe alarmista se basó en 5 “expertos”, pero no dijo a los lectores que 4 de ellos están directamente relacionados con ASPI, como empleado, miembro de la junta directiva o colaborador. En ninguna parte se mencionó la postura pro guerra, la financiación de gobiernos extranjeros, ni las conexiones de ASPI con la industria armamentística.

Tal vez sea sorprendente ver que, frente a tales informes, las encuestas de opinión serias muestran que el apoyo del público australiano a una guerra de Estados Unidos contra China en realidad está constinuamente disminuyendo.

La encuesta, ignorada en gran medida por los principales medios de comunicación, también muestra que el público australiano se ha cansado de participar en las guerras mortales y erráticas guerras de Estados Unidos, en lugares como Irak, Siria y Afganistán.

El tono retórico del informe especial fue tan histrionico que provocó una respuesta feroz del ex primer ministro australiano Paul Keating (quien dirigió el país entre 1991 y 1996). Escribió que fue “la presentación de una noticias más atroz y provocativa que haya presenciado en cualquier periódico en más de 50 años de vida pública activa”.

La política liderada por AUKUS, firmada por el ex primer ministro liberal australiano Scott Morrison, y fuertemente impulsada por el actual primer ministro laborista Anthony Albanese, llevó a The Economist a advertir en agosto que “si Estados Unidos alguna vez entra en guerra con China, los mandos estadounidenses dicen que los australianos serían los aliados más probables para luchar contra ellos”.

La realidad es que, tanto Gran Bretaña como Australia, están compitiendo por ser el “mejor amigo” de Estados Unidos. y es probable que ambos sean sus aliados cercanos en cualquier guerra futura contra Beijing.

Mientras Estados Unidos comienza a talar selvas a lo largo del Pacífico para apoyar nuevas bases aéreas que amenacen a China, tanto Australia como, aparentemente, Gran Bretaña, están renunciando voluntariamente a su soberanía para unirse a Washington en una misión potencialmente peligrosa para enfrentarse militarmente a Beijing.
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