Fuente - EDITORIAL. Blanquear el fascismo, una práctica de décadas – insurgente.org 25.4.2021
En estos días ha resurgido una vieja polémica sobre cómo combatir el fascismo, al menos el más explícito. Con las herramientas que nos indican (emotivos discursos en las instituciones, debates donde queden en evidencia, recordando pedagógicamente lo que son, carteles y consignas con el célebre «Sí se puede», votando para demostrar que los «demócratas» (entrecomillamos porque en ese espacio hay cada partido y personaje….) somos más, pareciera que la eficacia es cero. Todo indica que por ese camino no los vamos a encontrar, y mientras el fascio se asienta y crece hasta coquetear con el poder.
Si observamos con atención la judicatura en todos sus estamentos, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con sus mandos y cuadros intermedios, la dirigencia de la Iglesia con cardenales y obispos, quién nombró al Jefe de Estado, el poder económico y mediático, se puede deducir que lo que ahora llamamos «blanqueamiento del fascismo» empezó, en realidad, hace décadas. La duda es si es miseria intelectual o ingenuidad repugnante pensar y decir que es en los parlamentos (nacional, regional, local) donde se combate con eficacia a la ultraderecha.
Desde esas autoridades blanquecinas se nos recuerda que son organizaciones legales y que tienen todos los derechos (a presentarse a elecciones, a asistir a debates, a organizar mítines…), y punto. Parten de la tesis de que el fascismo es una ideología más, no la portadora de la muerte, causante de una guerra devastadora que niega derechos elementales y otorga a las burguesías dominantes el poder en bandeja. El plan B del capital cuando llegan las crisis y el miedo a revueltas que alteren el orden de las cosas.
La ilegalización de partidos como Vox pero, sobre todo, que cada barrio sepa hacerle frente sin esperar a las dichosas urnas, parece ser la enseñanza que nos da la Historia. Mientras, que la clase político-periodística siga poniéndose galones de «demócrata».
A la extrema derecha se le combate con el discurso, con la palabra, con la educación y con la cárcel cuando atente contra la vida de cualquiera (sea político,emigrante o lo que sea su víctima) y sobre todo se les controla,el dinero, las armas que tienen etc. etc. Puede que esten buscando que les ilegalicen no tienen un programa politico que beneficie realmente a nadie, lo único que tienen es la necesidad de montar bronca para que se les vea y se les tenga en cuenta, por eso bajo mi punto de vista lo que hizo Pablo Iglesias en la cadena ser es una lección que todos teníamos que aprender, no darle cantxa a un fascista es dejarles sin debate, sin programa y sin partido
ResponderEliminarTienes toda la razón. Y yo añadiría, que como dice Iñaki Gil de San Vicente, la confrontación se divide en tres partes. La que tú indicas pedagógica y dialéctica; otra en la calle entendida como autodefensa, como se hizo en Vallecas y se hace en tantas partes; y otra más interna, desarrollando una cultura y un ecosistema tolerante e inclusivo, la antítesis del fascismo.
EliminarPor otra parte el fascismo no solo se alimenta de bronca. Es alimentado por los empresarios que los mantienen y por las estructuras del poder y el estado que disfrutan de los privilegios que les proporcionan: jueces, policía y militares mayormente.
Salud!
Es la horda que la oligarquía mantiene hibernada para activarla a conveniencia y según las circunstancias. Hay que impedir por todos los medios que esta chusma fascista se crezca.
ResponderEliminarSalud!
La oligarquía vocifera a través de sus medios de comunicación. Mientras cuenten con el bloqueo informativo continuará el bloqueo mental.
EliminarSalud!