La propaganda no solo consiste en fabricar consentimiento para guerras y para la implantación de ridículas medidas gubernamentales que normalmente nunca aceptaríamos. Eso es lo que la mayoría de la gente piensa cuando escucha esa palabra, pero hay mucho, mucho más que eso.
La mayor parte de la propaganda no se dirige a convencernos de que aceptemos las nuevas agendas de los poderosos, sino a mantenernos en trance en ese 'mundo de los sueños del status quo' que permite que los poderosos tengan, en primer lugar, poder.
Lleva a la normalización de los sistemas de statu quo y nos amaestra para que nosotras mismas nos moldeemos para encajar en ellos como pequeños engranajes en una máquina bien engrasada.
Y ni siquiera es una gran conspiración monolítica en la mayoría de los casos. Las grandes corporaciones, que nos adoctrinan con sus anuncios, sus películas y programas de Hollywood, sus aplicaciones, sus sitios web y sus medios de comunicación, están todas naturalmente incentivadas para introducirnos más y más en el engaño por el hecho de que se benefician de los sistemas de status quo que les han proporcionado la riqueza.
Así que día tras día tenemos presentes a unos medios que nos aleccionan sobre qué valorar, dónde colocar nuestro interés y atención, cómo debe de ser el éxito y cómo se comporta un ser humano normal en este planeta. Y siempre se alinea perfectamente con los intereses de los ricos y poderosos [para eso son sus medios].
No solo nos enseñan qué creer. Nos enseñan quiénes somos. Nos dan los marcos sobre los que proyectamos nuestras ambiciones y evaluamos nuestro éxito, y construimos identidades psicológicas a partir de esos constructos. Soy un hombre de negocios. Estoy desempleado. Mi vida consiste en ganar dinero. Mi vida consiste en defraudar a la gente. Soy un exitosa. Soy una fracasa. Inventan pruebas de adecuación e inventan el sistema por el cual somos calificados en esa prueba.
Estas construcciones artificiales toman tan vastas porciones de nuestra psicología personal que hay personas que vivirán toda su vida completamente esclavizadas a ellas, convirtiéndolas en su principal centro de atención. Esta esclavitud es tan profunda que hay personas que incluso se quitan la vida en función de lo que esas construcciones inventadas les dicen sobre quiénes son y cuánto valen.
Y todo es mentira. Un mundo onírico hecho enteramente de narrativa, construido por los poderosos para beneficio de los poderosos. Cosas tan íntimas como los pensamientos en nuestras cabezas o el movimiento de nuestro interés y atención son controlados y dominados con una fuerza férrea, todo en beneficio de algunos estúpidos juegos imaginarios inventados sobre dinero y autoridad ficticia.
Así que la mayoría de nosotros caminamos sonámbulos por la vida persiguiendo objetivos ficticios y huyendo de demonios construidos artificialmente. Demasiado preocupadas con la ilusión como para mirar hacia arriba y notar la atronadora majestuosidad de la vida tal como es en realidad, y por lo general demasiado confundidas como para percibirla realmente, incluso en esas raras ocasiones en que por un momento salimos del trance para hacer un esfuerzo.
Desenredarte de este mundo onírico no es fácil. Toma tiempo. Se necesita trabajo. Se necesita una curiosidad profunda y sostenida sobre lo que realmente está pasando debajo de toda la confusa charla mental, sobre lo que realmente es la vida debajo de todas las historias que nos han contado sobre lo que es la vida, sobre quiénes somos realmente debajo de todas las historias que se nos han contado sobre quiénes somos.
La diferencia entre lo que nos han dicho y lo que encontramos en el transcurso de esta búsqueda es la diferencia entre la vida en sueño y la vida en vigilia. El mundo real es tan diferente al de la narrativa del statu quo sobre el mundo como lo es de cualquier otra obra de ficción. Las dos cosas realmente no podrían ser más diferentes.
Y la buena noticia es que así como nuestra falsa visión de nosotros mismos y nuestro mundo dio forma a nuestra expresión humana al servicio de los poderosos, la dispersión de esa niebla mental da forma a nuestra expresión humana de algo completamente diferente. Algo basado en la realidad. Algo auténtico. Algo primitivo. Algo que existe no en beneficio de algún imperio oligárquico sin rostro, sino a la misma razón que hace que la hierba crezca y las galaxias giren en el cosmos.
Y así es como se ve la humanidad al otro lado de esta incómoda fase de transición por la que está pasando nuestra especie en este punto adolescente de su desarrollo. Libre de ilusión. En armonía con lo real. Esclava de nadie. Caminando con ojos claros hacia el misterio de lo que está por venir.
Me temo, a juzgar por "lo que hay", que "lo que está por venir" de misterio tiene bien poco. De modo que más vale prepararse, porque los "misterios" no sacian la sed ni el hambre, ni quitan el frío ni el miedo.
ResponderEliminarSalud!
Han metido tanta información basura y están tan desprestigiados que gente ha dejado de creer sus mentiras. Ahora buscamos mentiras a medida, pero ya no esas.
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Saludos cordiales. Para ustedes, estimad@s de la tarcoteca, ese tema, título, artículo, incluye al relato del covid. Es una PLANdemia. Atte., se despide Pedro
ResponderEliminarLa pandemia es real, el covid es real, lo que es artificial es todo lo que han creado en su entorno. ¿Plandemia? Si y no. Yo no veo más que lo que han hecho toda la vida, aprovechar la coyuntura.
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Pasando a otro asunto. Ustedes publicaron dos artículos sobre la guerra cognitiva mundial: no hay una continuación?, eso era todo? Atte., se despide Pedro
ResponderEliminarSi, pretendo hacer un tercero, pero quiero recopilar suficiente información. Spoiler: la infoxicación está llevando a la sociedad a un estado demencia social, es decir, de capacidades cognitivas colectivas dañadas.
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Gracias por sus amables respuestas. Infoxicación deriva de información? Saludos cordiales!
EliminarSaludos cordiales. Un último inciso: no son los medios los que mienten, sino los que usan estos medios ... Cheers!!
ResponderEliminarHola pedro, bienvenido a la tarcoteca. Yo creo que si el comité editorial de un medio publica una información a sabiendas de que no es exacta o está incompleta, y lo saben, están mintiendo; y su publicación, entendida como como ente jurídico y social independiente, también.
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