- No existe el crecimiento respetuoso. Para ello debería mantener los tiempos y ciclos de renovación de los recursos y abandonar los no-renovables en un mundo polidependiente, lo cual acabaría con tal crecimiento.
- Tampoco el crecimiento puede ser incesante por definición, ya que cualquier explotación de recursos persistente alcanzará los límites físicos y materiales manteniendo una producción constante si no decreciente, lo cual acabaría con tal crecimiento.
Si la producción se adaptase remotamente a las condiciones naturales habría periodos en que tendría que decrecer, por ejemplo coincidiendo con sus ciclos.
Ninguna industria, sociedad o política están preparadas para explotar los recursos sin agotarlos. Tan solo algún pequeño grupo residual. Los países en vías de desarrollo reproducen un modelo industrial y finanzarizado. Solo sirve para hacer propaganda con el adjetivo verde o ecológico.
Los libros de texto, sobre todo los universitarios están llenos de esta mentira repetida una y mil veces. Lo camuflan como ecodesarrollo, con toques socialistas, capitalistas y ecológicos, para contentar a todos.
Las sociedades modernas no controlan ni el consumo ni la producción, por lo que no es posible atajar el problema sin poder actuar sobre sus factores. Pedir un consumo responsable es simplemente no pedir nada. El problema es primeramente político sustentado en unos valores sociales predadores fomentados desde las escuelas y los medios de comunicación.
Solo la aceptación de los verdaderos límites naturales, el freno de las actividades predadoras de algunos de nuestro congéneres y el desarrollo de economías orientadas a la demanda, independencia y de proximidad serán capaces de subsanar, en modo paliativo, los estragos de siglos de devastación.
Guerra al petróleo, guerra al cemento!
Un súbito e irrefrenable amor por la naturaleza a irrumpido en los tiernos corazones de políticos, financieros y empresarios. Todos ellos, sin excepción, tienen entre sus más urgentes prioridades la de preservar el medio ambiente “para disfrute y bienestar de las generaciones futuras” (¡Ja!). Hoy no hay discurso ni producto, ya sea político, industrial o financiero, que no incluya el muy responsable y no menos enternecedor marchamo de “ecológico” y “natural”. Todo es ecológico hoy en día: el AVE, las autovías, los campos de golf, la industria del automóvil, la urbanización de las costas… Tras enormes esfuerzos y fabulosas inversiones, se ha logrado salvar de la extinción a un buen número de linces, pandas, cacatúas, lobos y tortugas. Pero dicha inversión, claro está, hay que rentabilizarla mediante una variada mercadotecnia, bien sazonada por la publicidad del generoso y desinteresado patrocinador de turno, rentabilidad que abarca exenciones fiscales, subvenciones, documentales, fascículos coleccionables, zoológicos, reservas, parques temáticos, etc., etc. Y todo ello, claro está, utilizado como reclamo turístico por la abominable industria del ocio (turs operators, hoteles, restaurantes…). De la ecología, como del marrano, los amos del capital aprovechan hasta el rabo.
ResponderEliminarAutocita extraída de un breve artículo "Caperucita verde, el medio ambiente y el millonario que, para ahorrar agua, en lugar de ducharse se baña en su olímpica piscina", que publiqué en Arrezafe hace dos años.
Salud!
Tenías razón entonces y tienes razón ahora.
EliminarParece mentira, pero vamos a tener que empezar una guerra contra el ecologismo para salvar el planeta. Vamos a estrangular lo verde. Y vamos a empezar por GreenPeace y WWF!
A ver, hay objetivos más importantes, como minas, aceiteras, papeleras, refinadoras, nucleares, eléctricas etc, pero es el doble juego que se traen lo que exaspera. Por una parte defienden el medio ambiente y por otra juegan a la especulación en los mercados financieros. Hay gente muy válida en estas organizaciones, pero tienen un venda muy jodida en los ojos.
Salud!
Yo no me fío de ninguna organización cuya principal meta no sea acabar con el capitalismo, causa y origen de los males globales. Así de claro. Ya no sólo hay que desenmascarar a quienes detentan claramente el Poder, sino a toda ese cohorte de bienintencionados pijos que sirven de coartada a sus más inconfesables fines. He conocido de cerca a algunos de estos lechuguinos que ni siquiera sabían donde tenían a mano izquierda, pero que trincaban generosas subvenciones de la administración para costearse sus plácidos y "ecológicos" paseos por el campo. Eso sí, en sus caros 4X4. ¡La madre que los parió!
EliminarSalud!
Es propiamente el sistema, el trabajo sinérgico consciente o inconsciente de millones de personas, el que nos lleva a este punto actual.
EliminarEstas personas tienen en al alcance de sus manos herramientas muy potentes para la liberación de los pueblos pero no las pueden usar, porque en su esquema mental no existe otro sistema que no sea este.
La crítica más fuerte proviene de dentro del sistema. Profesores de universidad, de ambientales y biología, critican activamente a los ecologistas. Ahora prácticamente todos están acusados de nepotismo y cohecho. Se alían con los medios de destrucción.
Así pues, estoy contigo. Hasta que no cambie su forma de pensar, reflejada en su forma de actuar, hay que tratarlos con desconfianza. Y aveces con beligerancia.
Salud y luchemos por la masa crítica!
Pues completamente de acuerdo con el artículo y con que el problema es el propio sistema capitalista de consumo, por mucho que lo maquillemos es imposible de ocultar, o debería, pero hay demasiado idiota que da dinero a las ONGs "verdes".
ResponderEliminarSalud!
Las ONGs verdes están haciendo mucho mal al descartar la vía autogestionaria. Y ese es el principal problema y razón por la que protegen los intereses corporativos. Si realmente se gestionasen con las aportaciones de sus miembros esto no pasaría o no tan flagrantemente.
EliminarSalud!