En los albores de la embestida neoliberal del 2000 ya se desarrollaba lo que se desplegaría con toda su potencia 18 años después. En este texto de 2001 de la revista Willful Disobedience rescatado por los compañeros de 'La Peste' se debate entorno a los problemas de destacar el hecho laboral, el ser proletarix, a la hora de encontrar un concepto capaz de cohesionar a una base social con el interés común de enfrentarse con la clases dominantes. No es el capital lo que so nos ha sustraído obligándonos a vender nuestro trabajo, es la propia vida la que se nos drena con este.
La definición como trabajadores no engloba a todas las personas explotadas: << ignoran la multitud de aquell@s en todo el mundo cuyas vidas les son robadas por el actual orden social pero que no pueden encontrar sitio dentro de sus aparatos productivos.>> Rápidamente nos viene a la mente la concpción que Marx tenía sobre los harapientos, la chusma, el lumpenproletariat. No solo sometidos a las exclusión y miseria más infame sino la mayoría de las veces a las vejaciones y caprichos de las mafias y criminales que forman parte del despojo.
Si no es el trabajo lo que define a una persona es difícil que esa persona colabore con otras que así se definen para solucionar sus problemas, y menos para crear una conciencia de clase o un contrapoder: <<La clase explotada no tiene un proyecto positivo semejante que la defina [así como la acumulación de poder y capital define a la clase dominante]. En su lugar se define en cuanto a lo que se le hace, lo que se le quita. Habiendo sido despojada de los modos de vida que había conocido y creado con sus semejantes, la única comunidad que le queda a la gente que compone esta clase heterogénea es la provista por el capital y el estado.>>
Se da cuenta de que no hay un proyecto positivo capaz de aunar esfuerzos, sino una multitud de proyectos personales los que han sido destruidos a la vez que se sustrajo el capital y se inició la explotación. No hay entonces mayor premio que simplemente recuperar nuestras propias vidas robadas convirtiéndonos en Individuos. Un trabajo de introspección y reconstrucción de la identidad a través de la solidaridad y el avance colectivo, como no puede ser de otra manera.
Salud! PHkl/tctca
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Las relaciones sociales de clase y explotación no son simples. Las concepciones obreristas, que están basadas en la idea de una clase objetivamente revolucionaría definida en cuanto a su relación con los medios de producción, ignoran la multitud de aquell@s en todo el mundo cuyas vidas les son robadas por el actual orden social pero que no pueden encontrar sitio dentro de sus aparatos productivos. Por tanto estas concepciones acaban presentando una comprensión limitada y simplista de la explotación y la transformación revolucionaria. Para poder llevar a cabo una lucha revolucionaria contra la explotación, necesitamos desarrollar una comprensión de las clases tal como existen actualmente en el mundo, sin buscar ninguna garantía.
La sociedad de Clases
De una forma básica, la sociedad de clases es aquella en la que están quienes dominan y quienes son dominad@s, quienes explotan y quienes son explotad@s. Este orden social solo puede surgir cuando la gente pierde su capacidad para determinar las condiciones de su propia existencia. Por tanto, la característica esencial que comparten l@s explotad@s es su desposesión, su pérdida de la capacidad para tomar y llevar a cabo las decisiones básicas sobre como vivir.
La clase dominante se define en términos de su propio proyecto de acumulación de poder y riqueza. Aunque por supuesto hay conflictos significativos dentro de la clase dominante en cuanto a intereses específicos y competencia real por el control de los recursos y el territorio, este proyecto de tan largo alcance que tiene como objetivo el control del poder y la riqueza social, y por tanto de las vidas y relaciones de todo ser vivo, proporciona a esta clase un proyecto positivo unificado.
La clase explotada no tiene un proyecto positivo semejante que la defina. En su lugar se define en cuando a lo que se le hace, lo que se le quita. Habiendo sido despojada de los modos de vida que había conocido y creado con sus semejantes, la única comunidad que le queda a la gente que compone esta clase heterogénea es la provista por el capital y el estado; la comunidad del trabajo y el intercambio de mercancías decorada con cualquier construcción ideológica nacionalista, religiosa, étnica, racial o subcultural a través de la cual el orden dominante crea identidades en las que canalizar la individualidad y la revuelta. El concepto de una identidad proletaria positiva, de un solo proyecto proletario unificado y positivo, no tiene base en la realidad dado que lo que define a alguien como proletari@ es precisamente que su vida le ha sido robada, que ha sido transformad@ en un instrumento en los proyectos de l@s dominantes.
El Por Qué del Proletariado
La concepción obrerista del proyecto proletario tiene sus orígenes en las teorías revolucionarias de Europa y los Estados Unidos (particularmente ciertas teorías marxistas y sindicalistas). A finales del siglo 19, tanto Europa occidental como el este de los Estados Unidos estaban en camino de ser completamente industrializados, y la ideología dominante del progreso igualaba el desarrollo tecnológico con la liberación social. Esta ideología se manifestó en la teoría revolucionaria como la idea de que la clase obrera industrial era objetivamente revolucionaria porque estaba en posición de apoderarse de los medios de producción desarrollados bajo el capitalismo (los cuales, como productos del progreso, se asumía que eran inherentemente liberadores) y ponerlos al servicio de la comunidad humana.
El Por Qué del Proletariado
La concepción obrerista del proyecto proletario tiene sus orígenes en las teorías revolucionarias de Europa y los Estados Unidos (particularmente ciertas teorías marxistas y sindicalistas). A finales del siglo 19, tanto Europa occidental como el este de los Estados Unidos estaban en camino de ser completamente industrializados, y la ideología dominante del progreso igualaba el desarrollo tecnológico con la liberación social. Esta ideología se manifestó en la teoría revolucionaria como la idea de que la clase obrera industrial era objetivamente revolucionaria porque estaba en posición de apoderarse de los medios de producción desarrollados bajo el capitalismo (los cuales, como productos del progreso, se asumía que eran inherentemente liberadores) y ponerlos al servicio de la comunidad humana.
Al ignorar a la mayor parte del mundo (junto con una porción significativa de l@s explotad@s en las áreas industrializadas), l@s teóric@s revolucionari@s eran de esta forma capaces de inventar un proyecto positivo para el proletariado, una misión histórica objetiva. Que esta se fundamentara en la ideología burguesa del progreso, se ignoraba. En mi opinión, l@s ludditas tenían una perspectiva mucho más clara, reconociendo en el industrialismo otro de los instrumentos de los amos para desposeerles. Con buenas razones, atacaron las máquinas de la producción masiva.
Por qué el obrerismo no funciona
El proceso de desposesión hace mucho que se ha consumado en Occidente (aunque por supuesto es un proceso que está ocurriendo en todo momento incluso aquí), pero en gran parte del Sur del mundo está aún en sus primeras fases. Sin embargo desde que el proceso comenzó en Occidente han habido algunos cambios significativos en el funcionamiento del aparato productivo. Las posiciones cualificadas en la fábrica han desaparecido en gran parte, y lo que se necesita en un/a trabajador/a es flexibilidad, la capacidad de adaptarse-en otras palabras, la capacidad de ser una pieza intercambiable en la máquina del capital. Además, las fábricas tienden a requerir much@s menos trabajador@s para mantener el proceso productivo, tanto a causa de los desarrollos en la tecnología y las técnicas de gestión, que han permitido un proceso productivo más descentralizado, como porque cada vez más el tipo de trabajo necesario en las fábricas es en gran medida sólo supervisar y mantener las máquinas.
A un nivel práctico esto significa que tod@s somos, como individuos, prescindibles para el proceso de producción, porque tod@s somos reemplazables-ese hermoso igualitarismo capitalista en el que todos somos iguales a cero.
Por qué el obrerismo no funciona
El proceso de desposesión hace mucho que se ha consumado en Occidente (aunque por supuesto es un proceso que está ocurriendo en todo momento incluso aquí), pero en gran parte del Sur del mundo está aún en sus primeras fases. Sin embargo desde que el proceso comenzó en Occidente han habido algunos cambios significativos en el funcionamiento del aparato productivo. Las posiciones cualificadas en la fábrica han desaparecido en gran parte, y lo que se necesita en un/a trabajador/a es flexibilidad, la capacidad de adaptarse-en otras palabras, la capacidad de ser una pieza intercambiable en la máquina del capital. Además, las fábricas tienden a requerir much@s menos trabajador@s para mantener el proceso productivo, tanto a causa de los desarrollos en la tecnología y las técnicas de gestión, que han permitido un proceso productivo más descentralizado, como porque cada vez más el tipo de trabajo necesario en las fábricas es en gran medida sólo supervisar y mantener las máquinas.
A un nivel práctico esto significa que tod@s somos, como individuos, prescindibles para el proceso de producción, porque tod@s somos reemplazables-ese hermoso igualitarismo capitalista en el que todos somos iguales a cero.
En el primer mundo, esto ha tenido el efecto de empujar a un creciente número de explotad@s a posiciones cada vez más precarias: trabajo temporal, trabajos en el sector servicios, desempleo crónico, el mercado negro y otras formas de ilegalidad, indigencia y prisión. El trabajo fijo con su garantía de una vida un tanto estable – incluso si esa vida no es propia-está dejando paso a una carencia de garantías donde las ilusiones proporcionadas por un consumismo moderadamente cómodo ya no pueden seguir ocultando que la vida bajo el capitalismo siempre se vive al borde de la catástrofe.
En el tercer mundo, gente que ha sido capaz de crear su propia existencia, aun cuando ésta haya sido en ocasiones difícil, se está encontrando con que su tierra y otros medios para hacerlo le están siendo arrebatados al invadir (literalmente) las máquinas del capital sus casas y minar cualquier posibilidad de continuar viviendo de su propia actividad. Arrancad@s de sus vidas y tierras, se ven forzad@s a trasladarse a las ciudades donde hay poco empleo para ell@s. Surgen barrios de chabolas alrededor de las ciudades, a menudo con una población mayor que la de la propia ciudad. Sin ninguna posibilidad de trabajo fijo, l@s habitantes de estos barrios de chabolas están obligad@s a formar una economía de mercado negro para sobrevivir, pero esto también sirve todavía a los intereses del capital. Otr@s, en su desesperación, eligen la inmigración, arriesgándose al encarcelamiento en campos de refugiados y centros para extranjer@s indocumentad@s con la esperanza de mejorar su condición.
Así, junto con la desposesión, la precariedad y la prescindibilidad son cada vez más los rasgos que comparten quienes componen la clase explotada mundial. Si, por un lado, esto significa que esta civilización de la mercancía está creando en su interior una clase de bárbaros que realmente no tienen nada que perder en derribarla (y no de los modos imaginados por l@s viej@s ideólog@s obreristas), por otro lado estos rasgos no proporcionan en sí mismos ninguna base para un proyecto positivo de la transformación de la vida. La rabia provocado por las miserables condiciones de vida que esta sociedad impone puede fácilmente ser canalizada en proyectos que sirven al orden dominante o al menos al interés específico de alguno u otro de l@s dominantes. Los ejemplos de situaciones en las pasadas décadas recientes en los que la rabia de l@s explotad@s ha sido aprovechada para alimentar proyectos nacionalistas, racistas o religiosos que sirven solo para reforzar la dominación son demasiados para contarlos.
En el tercer mundo, gente que ha sido capaz de crear su propia existencia, aun cuando ésta haya sido en ocasiones difícil, se está encontrando con que su tierra y otros medios para hacerlo le están siendo arrebatados al invadir (literalmente) las máquinas del capital sus casas y minar cualquier posibilidad de continuar viviendo de su propia actividad. Arrancad@s de sus vidas y tierras, se ven forzad@s a trasladarse a las ciudades donde hay poco empleo para ell@s. Surgen barrios de chabolas alrededor de las ciudades, a menudo con una población mayor que la de la propia ciudad. Sin ninguna posibilidad de trabajo fijo, l@s habitantes de estos barrios de chabolas están obligad@s a formar una economía de mercado negro para sobrevivir, pero esto también sirve todavía a los intereses del capital. Otr@s, en su desesperación, eligen la inmigración, arriesgándose al encarcelamiento en campos de refugiados y centros para extranjer@s indocumentad@s con la esperanza de mejorar su condición.
Así, junto con la desposesión, la precariedad y la prescindibilidad son cada vez más los rasgos que comparten quienes componen la clase explotada mundial. Si, por un lado, esto significa que esta civilización de la mercancía está creando en su interior una clase de bárbaros que realmente no tienen nada que perder en derribarla (y no de los modos imaginados por l@s viej@s ideólog@s obreristas), por otro lado estos rasgos no proporcionan en sí mismos ninguna base para un proyecto positivo de la transformación de la vida. La rabia provocado por las miserables condiciones de vida que esta sociedad impone puede fácilmente ser canalizada en proyectos que sirven al orden dominante o al menos al interés específico de alguno u otro de l@s dominantes. Los ejemplos de situaciones en las pasadas décadas recientes en los que la rabia de l@s explotad@s ha sido aprovechada para alimentar proyectos nacionalistas, racistas o religiosos que sirven solo para reforzar la dominación son demasiados para contarlos.
Un proyecto revolucionario
La posibilidad del fin del actual orden social es tan grande como nunca antes, pero la fe en su inevitabilidad no puede seguir pretendiendo tener una base objetiva.
Pero para entender realmente el proyecto revolucionario y empezar el proyecto de resolver cómo llevarlo a cabo (y desarrollar un análisis de cómo la clase dominante consigue desviar la rabia de aquell@s a l@s que explota hacia sus propios proyectos), es necesario darse cuenta que la explotación no tiene lugar solamente en términos de producción de riqueza, sino también en términos de la reproducción de relaciones sociales. Independientemente de la posición de cualquier proletario particular en el aparato productivo, es de interés para la clase dominante que tod@s tengan un rol, una identidad social que sirva en la reproducción de las relaciones sociales. La raza, el género, la etnicidad, la religión, la preferencia sexual, la subcultura-todas estas cosas pueden, efectivamente, reflejar diferencias muy reales y significativas, pero todas son construcciones sociales para canalizar estas diferencias en roles útiles para el mantenimiento del actual orden social.
Pero para entender realmente el proyecto revolucionario y empezar el proyecto de resolver cómo llevarlo a cabo (y desarrollar un análisis de cómo la clase dominante consigue desviar la rabia de aquell@s a l@s que explota hacia sus propios proyectos), es necesario darse cuenta que la explotación no tiene lugar solamente en términos de producción de riqueza, sino también en términos de la reproducción de relaciones sociales. Independientemente de la posición de cualquier proletario particular en el aparato productivo, es de interés para la clase dominante que tod@s tengan un rol, una identidad social que sirva en la reproducción de las relaciones sociales. La raza, el género, la etnicidad, la religión, la preferencia sexual, la subcultura-todas estas cosas pueden, efectivamente, reflejar diferencias muy reales y significativas, pero todas son construcciones sociales para canalizar estas diferencias en roles útiles para el mantenimiento del actual orden social.
En las áreas más avanzadas de la actual sociedad donde el mercado define la mayoría de las relaciones, las identidades en gran medida llegan a estar definidas en términos de las mercancías que las simbolizan, y la intercambiabilidad está a la orden del día en la reproducción social, al igual que lo está en la producción económica. Y es precisamente porque la identidad es una construcción social y cada vez más una mercancía vendible por lo que l@s revolucionari@s deben ocuparse seriamente de ella, analizada cuidadosamente en su complejidad con el objetivo preciso de superar estas categorías hasta el punto de que nuestras diferencias (incluyendo aquellas que esta sociedad definiría en términos de raza, género, etnicidad, etc.) sean el reflejo de cada uno de nosotr@s como individuos singulares.
No hay un proyecto positivo común
Ya que no hay un proyecto positivo común que se encuentre en nuestra condición como proletari@s -como explotad@s y desposeíd@s – nuestro proyecto debe ser la lucha para destruir nuestra condición proletaria, para poner fin a nuestra desposesión.
No hay un proyecto positivo común
Ya que no hay un proyecto positivo común que se encuentre en nuestra condición como proletari@s -como explotad@s y desposeíd@s – nuestro proyecto debe ser la lucha para destruir nuestra condición proletaria, para poner fin a nuestra desposesión.
La esencia de lo que hemos perdido no es el control sobre los medios de producción o de la riqueza material; son nuestras vidas mismas, nuestra capacidad para crear nuestra existencia en términos de nuestras propias necesidades y deseos. Por tanto, nuestra lucha encuentra su terreno en todas partes, en todo momento.
Nuestro objetivo es destruir todo lo que aleja a nuestras vidas de nosotr@s: el capital, el estado, el aparato tecnológico industrial y post-industrial, el trabajo, el sacrificio, la ideología, toda organización que trate de usurpar nuestra lucha, en resumen, todos los sistemas de control.
En el mismo proceso de llevar a cabo esta lucha en el único modo en que podemos llevarla a cabo-fuera de y contra toda formalidad e institucionalización-empezamos a desarrollar nuevas formas de relacionarnos basadas en la auto-organización, una horizontalidad basada en las diferencias únicas que nos definen a cada un@ de nosotr@s como individuos cuya libertad se expande con la libertad del otr@.
En el mismo proceso de llevar a cabo esta lucha en el único modo en que podemos llevarla a cabo-fuera de y contra toda formalidad e institucionalización-empezamos a desarrollar nuevas formas de relacionarnos basadas en la auto-organización, una horizontalidad basada en las diferencias únicas que nos definen a cada un@ de nosotr@s como individuos cuya libertad se expande con la libertad del otr@.
Es aquí, en la revuelta contra nuestra condición proletaria, donde encontramos ese proyecto positivo compartido que es diferente para cada un@ de nosotr@s: la lucha colectiva por la realización individual.
“Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, o sea, las ideas de su dominación. Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión, y, por tanto, entre otras cosas, también como pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean; por ello mismo, las ideas dominantes de la época.” C. Marx & F. Engels – Feuerbach
ResponderEliminarSalud!
(volveré para comentar sobre este interesante post)
Si pensamos como dice el texto que las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes y vemos que a nuestro alrededor es todo dinero, individualismo y beneficio propio, solo podemos imaginarnos cuan vacia es esta gente y los problemas personales que tendrán.
EliminarYo lo que veo es que el anarquismo se ha impregnado de este halo y lo que podría suponer una verdadera contracultura no es más que una tribu urbana, un estilo de vida más de los muchos que nos ofrece el capitalismo. La clave creo es que no creemos en los proyectos cooperativos, por lo tanto no se puede desplegar la filosofía.
Salud!
Pablo, con un poco de orden al pensar, el anarquismo no se ha impregnao de ningún halo chungo. Partimos desde la base, o razón del pensamiento, que es la negación, el no, desde ese no que niega por principios, ciertos aspectos que el poder hace parte de su juego para que todo continúe tal como y donde está, que es como a él, al poder, le interesa. El poder no es capaz de crear nada solamente se desarroya o ejerce control sobre aquello que ya está hecho por éso juega a futuro, queriendo engañar así a las masas, cambiándoles su presente que si tienen por un futuro que no saben si tendrán.
ResponderEliminarEl individuo es otro aspecto, la persona o máscara que oculta la identidad del ser, careta clásica los teatros griegos en otra época, el sujeto que permanece sin movimiento ninguno cogido a un punto seguro, por lo menos. Los tres anteriores pertenecen al mismo concepto aislado ajeno a todos sus congéneres y a su propio ser. Las masas de miles de individuos metidas en una bolsa de plástico como miles de gotas de agua nunca conseguirían ser agua, serían para siempre jamás gotas por la incapacidad individual de formar parte de nada.
El capitalismo no nos ofrece a nadie, cuanto menos hable de nosotros les va mejor y lo poco hablan lo hacen para desprestigiarnos como terroristas en el pasado, no tan en el pasado también, como alborotadores en manifestaciones, queriendo manchar nuestra propuesta política identificando anarquía con el caos que les resulta un recurso fácil con sus mass media serviles en sus manos llegando a casa de todo hijo de vecino o casi todo.
Bastante mejor nos va avanzando hacia una economía autosuficiente en varios puntos diferentes de la península, asi como en otros puntos algo más lejos, sin creer, sin fe, en los que la decisión, la garra el querer llegar el empeño y la apuesta fija de querer conseguir y plasmar lo acordado, para el movimiento es más sano y para alcanzar los propósitos sin duda es mejor
Salud y revolución social!!
Oskar
RECTIFICADO
ResponderEliminarPablo, con un poco de orden al pensar, el anarquismo no se ha impregnao de ningún halo chungo. Partimos desde la base, o razón del pensamiento, que es la negación, el no, desde ese no que niega por principios, ciertos aspectos que el poder hace parte de su juego para que todo continúe tal como y donde está, que es como a él, al poder, le interesa. El poder no es capaz de crear nada solamente se desarroya o ejerce control sobre aquello que ya está hecho por éso juega a futuro, queriendo engañar así a las masas, cambiándoles su presente que si tienen por el presente de un futuro que no saben si tendrán.
El individuo es otro aspecto, la persona o máscara que oculta la identidad del ser, careta clásica los teatros griegos en otra época, el sujeto que permanece sin movimiento ninguno cogido a un punto seguro, por lo menos. Los tres anteriores pertenecen al mismo concepto aislado ajeno a todos sus congéneres y a su propio ser. Las masas de miles de individuos metidas en una bolsa de plástico como miles de gotas de agua nunca conseguirían ser agua, serían para siempre jamás gotas por la incapacidad individual de formar parte de nada.
El capitalismo no nos ofrece a nadie, cuanto menos hable de nosotros les va mejor y lo poco hablan lo hacen para desprestigiarnos como terroristas en el pasado, no tan en el pasado también, como alborotadores en manifestaciones, queriendo manchar nuestra propuesta política identificando anarquía con el caos que les resulta un recurso fácil con sus mass media serviles en sus manos llegando a casa de todo hijo de vecino o casi todo.
Bastante mejor nos va avanzando hacia una economía autosuficiente en varios puntos diferentes de la península, asi como en otros puntos algo más lejos, sin creer, sin fe, en los que la decisión, la garra el querer llegar el empeño y la apuesta fija de querer conseguir y plasmar lo acordado, para el movimiento es más sano y para alcanzar los propósitos sin duda es mejor
Salud y revolución social!!
Oskar
Disculpa Oskar, se me paso contestar antes. Bien venido!
EliminarEstoy completamente de acuerdo contigo, el capitalista no crea, usurpa, se apropia del producto de tu mente. Cuatro habrán tenido suerte, pero el resto nos pudriremos sin realizar nuestros sueños.
Sobre el capitalismo "cuanto menos hable de nosotros les va mejor" estoy totalmente de acuerdo, si no mira lo que ha tenido que hacer el black block en Francia, ponerse un Chaleco Amarillo; ahí lo dejo.
Asociar caos y anarquía les va bien en los medios, pero no cuando salen a la calle.
Muchas veces me he preguntado qué pasaría si lograsemos crear esas redes autosuficientes. Mi conclusión es que intentarían destruirlas o rebarnoslas. Tendríamos que defenderlas con uñas y dientes. Hasta dónde estaríamos dispuestas a llegar?
Salud!
estos comunistas pedorros, no se dejen llevar por ideas sin sentido como lateoria del valor de marx, el unico problema del capitalismo es el gran problema con el medioambiente (que el comnismo tambien lo tenia), mas alla de eso, es el mejor sistema economico que existe
ResponderEliminarQue tal aokefido, si crees que el único problema del capitalismo es de medioambiente es que no has entendido nada: medio ambiente, recursos, derechos, espacio, mercados, capacidades, desigualdad.
EliminarLos comunistos tuvieron su primera gran derrota al no entender la naturaleza del capital: no se puede pretender que un sistema que tiende al equilibrio, no crecer, estancarse, como es el comunismo, se comporte como un sistema económico que tiende a la acumulación. La primera derrota del comunismo fue conceptual, plasmada en la NEP.
Salud!