En las sociedades contemporáneas si ya la policía y magistratura gozan de leyes particulares los ejércitos son verdaderos estados dentro de los estados, con tribunales, instituciones y territorios propios. La brecha ejemplifica una polaridad, dos bloques separados que se repelen formalmente pero se atraen en la práctica por el acceso preferente a beneficios que otorga.
Desde hace milenios la opción adoptada fue la segmentación de la población en grupos manejables entorno a las necesidades primarias, manteniendo a las poblaciones en un nivel límite que impidiese avanzar en la escala de consecución de necesidades. "Un corazón se vacía llenando el estómago". Para llenar el estómago primero tiene que estar vacío. Vemos pues en las propuesta marxista sobre la alienación, el fetichismo de la mercancía -tú eres lo que tú tienes, lo que tú tienes a ti te representa- y sobre todo el salario, que muestra cómo su ajuste a los medios de vida, al estricto coste de reproducción y manutención, no solo es una necesidad vital del sistema, sino un verdadero mecanismo de poder; un doble beneficio.
Llegó la revolución industrial y con ella la satisfacción masiva de necesidades. El proceso de acomodación del poder a las nuevas condiciones técnicas y el desajuste sociopolítico en forma de revoluciones y golpes de estado es conocido y largo de explicar bien, por lo que tampoco podemos entraremos en él.
El dominio se ejerce como siempre a base de palos. La influencia se ejerce desde principios del S.XX, con la aparición de la propaganda moderna, sobresaturando el medio, de mensajes y productos, hasta producir una segmentación, compartimentalización y fragmentación de grupos sociales e divididos por estilos de vida dentro de la propia comunidad. Cuanta mayor fragmentación menor polarización, menor capacidad de presión y de introducir cambios, más influenciables.
El paroxismo se alcanza en la sociedad de la información del S.XXI con la estandarización de la necesidad última de realización y la individuación absoluta, que produce desapego total al grupo físico, la atomización, mientras se mantienen los valores sociales establecidos por los hegemones. Es decir, son capaces de de permitir una gama variada pero limitada de satisfacciones que producen una sensación de exclusividad. Lo que han generado es el aislamiento masivo, del cual los confinamientos por la pandemia son solo un pálido reflejo. Un control sobre el individuo que supera toda expectativa previa, la auto-reacción y la auto-censura; la negación de si mismo.
Al "ti misma" solo se llega a través de la reflexión y la experiencia, que forman la conciencia de consciencia. Ésta es sustituida por superficialidades mediatizadas emotivas y experiencias estandarizadas. Pura alienación, pura manipulación de masas; la versión moderna de las religiones.
Desequilibrio en el poder
Encontramos entonces por una parte una fuerza polarizadora, creadora de extremos por coerción; pero también agregadora. Por otra parte una fuerza dispersora, creadora de matices por satisfacción; pero también disgregadora. Ésta es la fuerza que parece predominante hoy día en nuestras sociedades y que hoy está en declive al disminuir el poder adquisitivo general y perpetuarse las crisis.
Cuando el sistema está en equilibrio, el sistema funciona, los servicios coercitivos no interrumpen el desarrollo de las individualidades, ni si quiera de la disidencia, que no ejerce influencia. Las individualidades obtienen satisfacción y no interfieren ni cuestionan los medios coercitivos. La hegemonía se ejerce.
Cuando se pierde el equilibrio las fuerzas coercitivas son incapaces de mantener la normatividad vigente y la sociedad civil incumple sus expectativas. Este es el punto en que las fuerzas coercitivas se fragmentan, se despolarizan, generando su propia normatividad, o cometiendo ilegalidades, y dejando de actuar como elemento disuasorio, escapando del área de control. Mientras la sociedad civil se desfragmenta y se polariza entorno a la consecución de necesidades insatisfechas, desarrollando sus propias intereses, saliendo del área de influencia y penetrando en el área de control.
Nuestra propia encrucijadas en la historia
Ahora mismo nos encontramos en un cruce de caminos que confluyen.
Un camino es es cambio tecnológico industrial que permite la satisfacción de necesidades materiales a gran escala y evita la necesidad masiva de trabajo humano; la
revolución industrial 5.0 o la era de la robótica. Disminuyen en general los niveles de pobreza, por el fácil acceso a los bienes materiales, desfragmentando a la sociedad empobrecida, por abajo. El trabajo que queda es o bien escaso y sobrecualificado o bien precario y de mierda ("
Bullshit jobs; A theory", D. Graever). Es decir, se pierde la escala en la división del trabajo, y con ello se desfragmenta la sociedad por el medio. La disminución de poder adquisitivo afecta al reparto material y al beneficio a todos los niveles generando conflictos, siendo los peores
entre las clases propietarias. Al final prevalecen las empresas (agregados sociales para la obtención de lucro) más grandes y con apoyo estatal, desfragmentando, polarizando a la sociedad por arriba. A demás afecta a las capacidades reproductivas del proletariado, augurando una
crisis demográfica sin precedentes. Ante la
represión y la incapacidad física de cambiar las condiciones materiales el refugio natural en el S.XXI es el
entretenimiento, lugar que antes ocupara la religión, que ahora a penas logra satisfacer las necesidades secundarias. De nuevo se pierde la variedad y la sociedad se desfragmenta, dificultando la influencia.
El otro camino que se cruza son las
crisis sistémicas, que en su conjunto se pueden denominar decadencia. Las crisis más acuciantes son las de índole ambiental por el cambio climático y de índole logística, por la disminución de la disponibilidad de recursos baratos, véase el petróleo. A éstas las acompañan las recursivas crisis económicas, y una cohorte de otras crisis como las sanitarias, sociales, catástrofes... La mencionada caída del poder adquisitivo general. Y una sobreacumulación que amenaza al propio proceso económico de transferencia de bienes y servicios. De nuevo una desfragmentación y polarización social hacia la consecución de necesidades más primarias.
Cuando el resultado es una interrupción de los procesos de influencia se sobrecargan los procesos de dominio y coerción, como tantas veces hemos visto. Se producen entonces la Reacomodación, una pugna entre dos bloques antagónicos. Generalmente se salda con un cambio de régimen, pero cuanto más fuertes y frecuentes sean las presiones más se acerca a un cambio de Sistema.
Por eso decimos que las dinámicas actuales enfocadas a la continuación del sistema por cambios de régimen que no solucionan las fuentes de crisis, agravando aún más los problemas, solo nos llevan a una dirección posible e ineludible, al cambio de sistema: la Revolución.
Los bloques políticos actuales
La lenta decaída del sistema socieconómico actual, el capitalismo en sus múltiples variantes y formas, aporta ambos elementos, crisis sistémicas y cambio de circunstancias materiales. Similares procesos se observaron en el comunismo, feudalismo, clientelismo, el esclavismo o tribalismo con todas sus variantes.
Gendarmes globales incapaces de mantener un orden y cometiendo todo tipo de tropelías con tal de mantener el orden que no hacen más que alentar alianzas y conspiraciones en contra. Caciques locales sobreacumulando y trastornando el desarrollo económico, social y ambiental. Estilos de vida incompatibles con las necesidades actuales, tanto ecológicas como energéticas ni productivas, y por lo tanto insatisfactorios. Mucho menos con las futuras. Organizaciones civiles tomando, no solo coaccionando a gobiernos en formas de protestas o revueltas, sino que empuñan las armas en forma de bandas, clanes, guerrillas o milicias; y autonomías. Si en el S.XIX fue el siglo de las revoluciones y el S.XX logró apaciguarlas el S.XXI promete grandes cambios de sistema, revoluciones globales.
El caso de USA es evidente, una influencia dañada por múltiples crisis y un dominio basado en medios militares obsoletos. Su sociedad civil toma armas socavando el dominio de los poderes establecidos. Los poderes establecido no logran satisfacer las necesidades de las mayorías, disminuyendo su influencia. La cadena de mando se desdibuja y la sociedad se toma la justicia por su mano sin lograr establecer alternativas. Se puede pensar que el imperio está condenado.
El caso chino se fundamenta en mantener su influencia por medio de la competencia industrial y tecnológica y la saturación del mercado, lo cual acelera todos los efectos secundarios y crisis mencionadas acerca de la revolución robótica, crisis sistémicas. Viendo a sus adversarios incapaces de solventar sus crisis estructurales su empeño es mantener su dominio al interno, fortalecer su estructura social al coste que sea, dejando que el desarrollo de los acontecimiento inclinen la balanza a su favor; que sus adversarios caigan por su propio peso. Dejar hacer, wu-ewi, laissez faire, muy taoista. Mientras mantengan el control social podrán solucionar todas las crisis que tarde o temprano les llegarán.
Los rusos perdieron la visión común de sociedad y adoptaron el modo capitalista en cuerpo y alma. Con él apostaron su capacidad de influencia en el dominio material que hoy declina. Como política exterior optaron por el equilibrio entre extremos, algo también muy taoista. Ejercen influencia por medio del equilibrio entre fuerzas contrarias de modo que se contengan solas y no tengan la necesidad que intervenir directamente el dominio. Un gran ahorro de energía y preocupaciones. Arman a bloques antagónicos de modo que uno disuada al otro sin tener que interponerse; convirtiendo a ambos en clientes y a ellos en el elemento indispensable. Esto es lo que hemos visto en Ucrania, Siria, Irán o Venezuela, Nagorno...solo en esta década.
Conclusiones
Entre la niebla vertida sobre la sociedad civil dos cosas seguras:
- Una es que el equilibrio entre dominio e influencia se ha perdido y no puede volver, al disolverse su base material y ser amenazado por las múltiples crisis sin solución (ecológicas, económicas, extractivas...).
- Otra que la sociedad se polariza, se pierden las clases intermedias y la sociedad civil se desfragmenta. Este es un elemento indispensable para una revolución de las mayorías, y un cambio no de régimen, sino de sistema. Un consenso aunque solo sea en que tiene que haber una ruptura.
Los poderes establecidos, motores de hegemonía, cooptadores si no propietarios de las fuerzas de seguridad y armadas, perdida su influencia por esa falta material, propondrán un nuevo consenso entorno la coerción dura, leyes estrictas para todos. Nada que no hayamos oído, nada que no supiéramos, nada que no viéramos tantas veces. Esto no funcionará; o no por mucho tiempo. Porque la sobreacumulación seguirá absorbiendo capitales y haciendo que disminuya el poder adquisitivo general sin resolver ninguna crisis. La sociedad en su conjunto se desfragmentará.
Las fuerzas de dominio no podrán mantener la legalidad, ni si quiera la suya, al ser el mecanismo de obtención de ventaja sobre los beneficios de sus amos. En general acabarán fragmentándose, porque cuanto más avance el desarrollo de las crisis menos legitimadas estarán para ejercer la coerción, menor coerción sobre bloques engrosados y crecientes de la sociedad civil que escapan a la influencia. Se degradan las condiciones materiales, impidiendo el beneficio, intensificando el abuso y así en bucle hasta llegar a un punto de ruptura en el que no se acepte la autoridad establecida. ¿Décadas, años, siglos? En Chile 2019 saltó la chispa en horas.
La sociedad que supere este punto de ruptura, que las fuerzas del coercitivas recuperen el dominio sin reformularse,
se quebrará, se romperá sola. Las oleadas sucesivas crisis irresueltas y el estancamiento material provocarán la caída progresiva del beneficio de sus amos hasta que ellos tampoco consigan satisfacerse. Cientos de países han quebrado con excelentes sistemas represivos. Lo que entonces era una tendencia resquebrajará a todas aquellas sociedades que no cambien sus estilo de vida; que no se repiensen que diría
Carlos Taibo.