Abominaciones de la guerra. Dedicado a todos aquellos que la apoyan.
Antonio Jiménez Barca, París 16 Dic 2010
Un informe del Consejo de Europa desvela el espeluznante modo de operar de la red de venta de órganos organizada a finales de los años noventa.- Implicado el actual primer ministro kosovar, Hashim Thaci
A algunos prisioneros serbios, los soldados kosovares de la UCK (Ejército de liberación de Kosovo), los retenían en granjas, en fábricas vacías de Kosovo o de Albania, en casas apartadas; les trataban mediadamente bien: les dejaban dormir, les daban de comer y les permitían descansar. Después, cuando los médicos de las clínicas estaban preparados y la venta apalabraba, los soldados trasladaban a los prisioneros al centro de Albania y les pegaban un tiro en la cabeza. Luego, sus cadáveres eran despojados de los riñones y vendidos al extranjero.
Esta es una parte del espeluznante informe realizado por el ex magistrado suizo y actual parlamentario del Consejo de Europa Dick Marty, hecho público este jueves en París, que relata el horror vivido en esta tierra balcánica en 1999 y 2000, en medio de la guerra entre serbios y albano-kosovares, el caos y las bandas mafiosas reorganizadas como grupos militares unidos por clanes. El informe implica a uno de los cabecillas del UCK, Hashim Thaci, elegido el domingo primer ministro de Kosovo. A juicio de Marty, Thaci era uno de los dirigentes del denominado grupo de Drenica, bautizado así por el valle en el que se asentaba, que participó en este tráfico de órganos. "Thaci era considerado por los informes de los servicios secretos de varios países como el más peligroso de los padrinos del hampa", relata el escrito.
El ex magistrado suizo no especifica cuántos asesinatos se produjeron para comerciar con riñones (la justicia serbia los eleva a 500). En una rueda de prensa, Marty se disculpó asegurando que él, junto a dos ayudantes, ha elaborado un informe a petición del Consejo de Europa, no una investigación judicial, que él no señala culpables ni inocentes pero que muestra el camino por el que, a su juicio, deben investigar otras instancias judiciales.
"Es una de las cosas que saben muchos, pero nadie cuenta"
Durante su estancia en Kosovo, Marty se entrevistó con docenas de testigos directamente implicados: soldados, víctimas de actos violentos, familiares de desaparecidos o de muertos, representantes de instituciones judiciales internacionales, fiscales kosovares, policías, miembros de la Cruz Roja... "En muchos de ellos vi miedo en los ojos", explicó. En el informe, el ex fiscal suizo asegura que todos los testimonios son anónimos porque no se garantiza la seguridad de ninguno.
"En el fondo esto es una de las cosas que mucha gente sabe allí, pero que nadie cuenta", asegura Marty. También la propia estructura de Kosovo y de Albania, imbricada en torno a clanes, dificultaba la investigación: "Muchos mafiosos prefieren pasar decenas de años en la cárcel por obstaculizar a la justicia que denunciar a un miembro de su clan", explica el informe.
El escrito cuenta cómo trasladaban a los prisioneros de un sitio a otro en coches sin matrícula, en medio de un país sumido en el caos, con la policía serbia en retirada y las fuerzas internacionales sin aparecer todavía, librado a la suerte de estos clanes mafiosos reconvertidos en unidades del ejército de liberación. También reseña una siniestra "casa amarilla", en la localidad kosovar de Rripe, propiedad de una tal familia K., objeto ya de varias investigaciones, escenario de asesinatos, destino final de muchos de los prisioneros. También consigna, sin citar el lugar, la existencia de una clínica "de último grito", organizada para el tráfico de órganos, donde a los cadáveres se les extirpaban los riñones.
Según varios testimonios, muchos de los prisioneros sabían que iban a morir asesinados y que sus órganos iban a ser vendidos posteriormente. Mientras les trasladaban de su cárcel improvisada, "habrían implorado a sus carceleros que evitaran quedar cortados en pedazos". Tal vez lo supieran el día en que un médico les hacía un análisis de sangre a fin de llevar a cabo un obligatorio "test de compatibilidad inmunológica".
Marty denunció la impunidad de la que han gozado los autores de todas estas prácticas, producto de la ley del silencio que impera en Kosovo y de la poca voluntad política internacional para que se juzgue a los culpables, ya que, a su juicio, las grandes potencias conocían la existencia de estas atrocidades. Kosovo, independiente desde 2008, asegura que las acusaciones son completamente infundadas. Estados Unidos, por su parte, reclama pruebas. Marty dijo: "Las pruebas están ahí: sólo hay que ir a buscarlas. Pero por nuestra parte, hemos cumplido, sacando a la luz unos hechos". El informe fue aprobado en comisión parlamentaria por el Consejo de Europa.Para saber más:
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