Muchas gracias por tu aportación, compañero!
Salud! PHkl/tctca
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Barcelona, marzo del 2017
A Pablo Heraklio
Marxismo y Anarquismo
¿Cómo unir lo irreconciliable?
Hasta ahora ha sido imposible. Desde la agria disputa entre Marx y Bakunin los caminos revolucionarios han ido separados. Envidias, críticas y descalificaciones de todo tipo, ha sido la historia habitual entre ambas corrientes.
Cada uno a lo suyo. (La ignorancia elevada a la cumbre de la ideología de clase).
Las relaciones de producción son el campo de batalla donde se libra la lucha política de poder entre el proletariado y la burguesía-capitalista. Y en esta lucha solo puede haber un vencedor.
El sistema capitalista está en una fase de transición delicada (como decís). Pero quizás nunca en su historia ha sido tan aguda como ahora. Los miles de millones de hombres y mujeres proletarizados en los últimos cincuenta años son una base de poder inmenso para los nuevos burgueses-capitalistas. Masas arrancadas de su entorno natural y empujados a la barbarie de las mega-ciudades a sobrevivir en medio de la inmundicia más líquida. Ignorantes, pobres hasta la desesperación, es decir, títeres en manos de los locos asesinos burgueses-capitalistas.
Pero este escenario tiene dos caras. Y la otra cara es la conciencia con que se impregna la masa proletaria. Los medios y los mecanismos para dividir a los obreros/as son innumerables. La burguesía-capitalista dispone de todos. Los trabajadores/as, sin una mínima, pero activa unidad, nada podemos hacer. Impotentes ante nuestro futuro, como clase (y quizás como especie; el tiempo dirá.) vemos y vivimos la pérdida de la condición de trabajador/ra en toda su crueldad. Nuestra división es el principal activo que les brindamos a nuestros verdugos y, a su vez, la más potente droga depresiva para nosotros, los/as obreros/as.
Los tres conceptos que enumeráis en el escrito, como elementos de la división, los encuentro acertados.
Mucho tiene que ver, en nuestra división, las diferentes corrientes ideológicas nacidas en el regazo de grandes líderes revolucionarios (Lenin Troski, Rosa Luxemburgo, Stalin, Mao etc.). Marx y Bakunin son la excepción, Personalmente mi más profunda admiración y respeto por todos ellos. Estos, con su épicas acciones y sus escritos, han culturizado a millones de ignorantes obreros/as, los cuales, todo su acerbo cultural está basado en la obra, vida y victorias del líder revolucionario de que se trate. Obreros y obreras revolucionarios, profundamente dogmáticos, que solo responden con la línea ideológica en la que se han formado y desarrollado. Revestidos de una coraza ideológica, pétrea, a prueba de todo tipo de influencias de otras culturas revolucionarias, solo entienden la línea ideológica de su formación. El resto es malo o, menos malo o, infecto.
Luego están los “viejos militantes”. Aquellos que resisten en la lucha y que llevan años en partidos o en sindicatos, etc. Estos, algunos, defienden su “estatus” de revolucionario y hacen de su experiencia un grado, ante el resto, satisfaciendo su ego como finalidad. Es decir, la lucha y la institución de que se trate la utilizan al servicio de su personal ego. Son, generalmente, activistas obreros/as transformados en agentes del sistema capitalista-burgués. Acomodados. Por otro lado , la falta de un estímulo directo y posible, hace que la lucha caiga en la impotencia.
No cabe ninguna duda de que esta masa de militantes tienen conciencia de los desafíos a los que nos enfrentamos los trabajadores/as y la civilización como forma de vida. No obstante la jaula dogmática en la que están encerrados les impide expandir su pensamiento más allá del dogma en el que están presos.
He hecho esta explicación al hilo de lo que vengo expresando, como aclaración, a pesar de que en vuestro escrito decís lo mismo con otras palabras.
Desde mi punto de vista, para que haya un cambio de líneas y de estrategia política que convenza y arrastre a la gran masa de militancia, con conciencia social y política (para que esta) en parte organizada y en parte sin organizar, se sienta motivada y renueve el entusiasmo de lucha, ha de haber algo más que la simple y vieja llamada la unidad de todos los revolucionarios (proletarios uníos). No creo que sea suficiente con decir que la situación es crítica y que se ha llegado a un punto de no retorno. Porque, por desgracia, la situación es esta.
El arte de la política no necesariamente es entendido por todo aquel que se instala en “hacer política”. Sintetizando diremos que solo aquellos que saben a qué clase social pertenecen y, a qué clase social quieren pertenecer son los que saben distinguir el sentido de sus actos políticos naturales y espontáneos y, por extensión, su posicionamiento en los análisis sesudos. Existen una gran cantidad de intelectuales, críticos con la corrupción y las injusticias del sistema, pero consideran que con un lavado de cara ya habría bastante.
En la misma línea de ignorancia ideológica (de clase), existe una gran masa de obreros/as, unos muy acomodados, otros muy pobres, que piensan por el estilo. Sin embargo, con el sistema capitalista-burgués no se han de tener dudas. Ha de ser destruido desde sus cimientos. Sin paliativos. Sin dudas. De modo que todo acto político individual o colectivo, pequeño o grande, ha de estar basado en el radical análisis político de la destrucción del sistema. Con ello no queremos decir que mañana hemos de salir con tanques y cañones a hacer la revolución. Pero sí que nuestra actitud ha de ser, siempre, no solo crítica sino que hemos de poner palos en las ruedas del sistema cada vez que se nos brinde la ocasión. Boicot activo, aunque en muchos ocasiones sea ínfimo, solapado y anónimo. Estamos en guerra, por mucho que nos quieran endulzar con tradiciones, publicidad de color rosa, salarios de insulto para algunos colectivos, zanahorias, etc. La realidad no es esta, sino que es bien distinta.
Las guerras salvajes, las hambrunas, los despóticos privilegios de unos pocos, las terribles injusticias, las inhumanas diferencias de calidad de vida entre unos pocos privilegiados y la inmensa mayoría de los/as trabajadores/as. La miseria consumista del obrero, la bárbara represión contra la mujer. La flagrante impunidad de los poderosos y mucho, mucho más. Todo lo cual nos confirma la guerra cainita de la burguesía contra los obreros y las obreras.
Estimados compañeros, creo que el tema da mucho de si.
Por mi parte estaría dispuesto a compartir un debate serio.
No será fácil encontrar la llave de la unidad de clase, pero si no debatimos, nada encontraremos.
El debate es el alma mater de la clase obrera.
Uno que se dice de izquierdas.
Los tres conceptos que enumeráis en el escrito, como elementos de la división, los encuentro acertados.
Mucho tiene que ver, en nuestra división, las diferentes corrientes ideológicas nacidas en el regazo de grandes líderes revolucionarios (Lenin Troski, Rosa Luxemburgo, Stalin, Mao etc.). Marx y Bakunin son la excepción, Personalmente mi más profunda admiración y respeto por todos ellos. Estos, con su épicas acciones y sus escritos, han culturizado a millones de ignorantes obreros/as, los cuales, todo su acerbo cultural está basado en la obra, vida y victorias del líder revolucionario de que se trate. Obreros y obreras revolucionarios, profundamente dogmáticos, que solo responden con la línea ideológica en la que se han formado y desarrollado. Revestidos de una coraza ideológica, pétrea, a prueba de todo tipo de influencias de otras culturas revolucionarias, solo entienden la línea ideológica de su formación. El resto es malo o, menos malo o, infecto.
Luego están los “viejos militantes”. Aquellos que resisten en la lucha y que llevan años en partidos o en sindicatos, etc. Estos, algunos, defienden su “estatus” de revolucionario y hacen de su experiencia un grado, ante el resto, satisfaciendo su ego como finalidad. Es decir, la lucha y la institución de que se trate la utilizan al servicio de su personal ego. Son, generalmente, activistas obreros/as transformados en agentes del sistema capitalista-burgués. Acomodados. Por otro lado , la falta de un estímulo directo y posible, hace que la lucha caiga en la impotencia.
No cabe ninguna duda de que esta masa de militantes tienen conciencia de los desafíos a los que nos enfrentamos los trabajadores/as y la civilización como forma de vida. No obstante la jaula dogmática en la que están encerrados les impide expandir su pensamiento más allá del dogma en el que están presos.
He hecho esta explicación al hilo de lo que vengo expresando, como aclaración, a pesar de que en vuestro escrito decís lo mismo con otras palabras.
Desde mi punto de vista, para que haya un cambio de líneas y de estrategia política que convenza y arrastre a la gran masa de militancia, con conciencia social y política (para que esta) en parte organizada y en parte sin organizar, se sienta motivada y renueve el entusiasmo de lucha, ha de haber algo más que la simple y vieja llamada la unidad de todos los revolucionarios (proletarios uníos). No creo que sea suficiente con decir que la situación es crítica y que se ha llegado a un punto de no retorno. Porque, por desgracia, la situación es esta.
El arte de la política no necesariamente es entendido por todo aquel que se instala en “hacer política”. Sintetizando diremos que solo aquellos que saben a qué clase social pertenecen y, a qué clase social quieren pertenecer son los que saben distinguir el sentido de sus actos políticos naturales y espontáneos y, por extensión, su posicionamiento en los análisis sesudos. Existen una gran cantidad de intelectuales, críticos con la corrupción y las injusticias del sistema, pero consideran que con un lavado de cara ya habría bastante.
En la misma línea de ignorancia ideológica (de clase), existe una gran masa de obreros/as, unos muy acomodados, otros muy pobres, que piensan por el estilo. Sin embargo, con el sistema capitalista-burgués no se han de tener dudas. Ha de ser destruido desde sus cimientos. Sin paliativos. Sin dudas. De modo que todo acto político individual o colectivo, pequeño o grande, ha de estar basado en el radical análisis político de la destrucción del sistema. Con ello no queremos decir que mañana hemos de salir con tanques y cañones a hacer la revolución. Pero sí que nuestra actitud ha de ser, siempre, no solo crítica sino que hemos de poner palos en las ruedas del sistema cada vez que se nos brinde la ocasión. Boicot activo, aunque en muchos ocasiones sea ínfimo, solapado y anónimo. Estamos en guerra, por mucho que nos quieran endulzar con tradiciones, publicidad de color rosa, salarios de insulto para algunos colectivos, zanahorias, etc. La realidad no es esta, sino que es bien distinta.
Las guerras salvajes, las hambrunas, los despóticos privilegios de unos pocos, las terribles injusticias, las inhumanas diferencias de calidad de vida entre unos pocos privilegiados y la inmensa mayoría de los/as trabajadores/as. La miseria consumista del obrero, la bárbara represión contra la mujer. La flagrante impunidad de los poderosos y mucho, mucho más. Todo lo cual nos confirma la guerra cainita de la burguesía contra los obreros y las obreras.
Estimados compañeros, creo que el tema da mucho de si.
Por mi parte estaría dispuesto a compartir un debate serio.
No será fácil encontrar la llave de la unidad de clase, pero si no debatimos, nada encontraremos.
El debate es el alma mater de la clase obrera.
Uno que se dice de izquierdas.
Joan