La tarcoteca

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martes, 23 de julio de 2024

No solo las Elecciones: "El Partido Demócrata ha Amañado el Sistema" - David Samuels

Quien piense que el intento de asesinato de Trump puede hacer cambiar las cosas en EEUU... de nuevo se equivoca:
"El desequilibrio estructural entre los partidos es tal, que los demócratas podrían presentar un fotocartón de Taylor Swift para la presidencia de 2024 y ganarlas". "Los 'actos heroicos' de Trump en el recinto ferial difícilmente garantizan una victoria en noviembre". " Estados Unidos ya no cuenta con un sistema bipartidista funcional".

Después de 1991, tras la caída de la URSS comienza el periodo de Hegemonía de Estados Unidos, la denominada Pax Americana, para nada pacífica, bajo su Project for The New American Century PNAC. A partir de entonces se inicia un cambio político en el país que parece tomar forma final en nuestros días: "Desde los años 90, Estados Unidos ha pasado de ser una democracia en expansión del tamaño de un continente a un Estado federal centralizado de estilo más europeo con una clase dominante de multimillonarios costeros atendidos por una élite nacional unitaria."

El Partido Demócrata no ha Amañado el Sistema, sino que este es el Nuevo Sistema. Cuanto más se polariza el espectro político, más tiende ha favorecer al partido más inclusivo. Tendencia que acabará destruyendo el bipartidismo como lo entendemos hasta ahora. Y gane quien gane, ningún partido reconocerá la vitoria del otro.

Salud! PHkl/tctca

PD: en el post se incluyen lágrimas de facha, delicia
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Traducción tarcoteca - The 2024 political war is just beginning The Democratic party has rigged the system 17.7.2024 por David Samuels Unherd.com

En un momento de puro coraje personal en el recinto ferial local de Butler, Pensilvania, Donald Trump dio un vuelco a la carrera presidencial de Estados Unidos al sobrevivir a la bala de un francotirador y luego ponerse de pie de un salto y alzar el puño mientras gritaba: “¡USA!” y “¡Lucha! ¡Luchar! ¡Luchar!". Las fotografías resultantes bien podrían cambiar a Estados Unidos y al mundo entero en formas que nadie imaginó seriamente ni siquiera la semana pasada.

La espectacular respuesta de Trump a un atentado contra su vida es un recordatorio de hasta qué punto, incluso en nuestro universo mediado tecnológicamente, las artes de la manipulación narrativa y el encuadre sólo llegan hasta cierto punto. En el centro de cada historia hay un ser humano cuyo carácter, expresado a través de sus acciones, será juzgado favorablemente o no por sus semejantes; tales historias son especialmente importantes en sociedades donde las personas eligen a sus líderes, como lo muestra el entusiasta recepción que recibió Trump en la inauguración de la Convención Nacional del partido en Milwaukee.

La fotografía perfecta

Los instintos de Trump bajo el fuego demuestran que posee el coraje de un líder, por dudosos que puedan ser otros aspectos de su carácter. Es justo suponer que no hay un solo jefe de Estado en la tierra, desde Emmanuel Macron hasta Vladimir Putin y el príncipe heredero Mohammed bin Salman, que no cambiaría una gran parte de sus reinos por una fotografía así de ellos mismos; ensangrentados y desafiantes bajo su bandera nacional, habiendo recibido  y sobrevivido a la bala de un asesino. Ese tipo de carisma político es imposible de falsificar.

Las imágenes de Trump, ensangrentado pero desafiante, también subrayaron claramente el contraste entre un hombre que a sus 78 años conserva el vigor físico y la capacidad mental como para recibir una bala frente a una multitud, y luego recuperarse, dando forma a una imagen que perdurará en el tiempo, frente a su senil rival Joe Biden. Ahora, el pasatiempo de la Beltway [zona de Washington donde se ubican las sucursales de los Lobbies] de leer las hojas de té intentando determinar qué testaferro del partido podría encabezar la candidatura demócrata en noviembre, ha sido reemplazado por pánico.

Política sin Pasado: lucha por el futuro y el MAFG

Aún peor para los demócratas es la capacidad de Trump para apoderarse del terreno [imaginario colectivo] más valioso de la política estadounidense: el futuro

Si la mayoría de los pueblos del planeta viven sus vidas nacionales colectivas en algún lugar entre el pasado y el presente, los estadounidenses siempre han sido diferentes. La idea que tienen de su pasado es generalmente vaga y poco vinculante. En cambio, los estadounidenses existen entre el presente y el futuro, razón por la cual hacen cosas como inventar la tecnología digital y el iPhone y enviar hombres a la luna y a Marte [eso y la necesidad constante de innovación corporativa para competir en el mercado mundial].

En las 24 horas posteriores al intento de asesinato, Trump se apoderó del futuro con dos movimientos audaces.
-El primero fue atraer el respaldo público de Elon Musk, el tecnólogo y constructor que también es el hombre más rico de Estados Unidos. Al unir su carisma con el de Musk, Trump demostró que no es simplemente el candidato blanco enojado y retrógrado de 2016 que busca “hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande” [MAGA]. Más bien, busca Hacer América Grande en el Futuro [MAFG], que es un sentimiento diferente, más inspirador y potencialmente más unificador
-Para subrayar la importancia del futuro, Trump eligió entonces a un candidato a la vicepresidencia, J.D. Vance, que es 40 años más joven que él, ungiendo a un sucesor que puede heredar su movimiento y que, en teoría, podría cumplir dos mandatos como presidente después del de Trump.

Ha pasado un tiempo desde que un candidato político estadounidense pudo capturar el futuro. 
-La primera campaña de Trump fue una campaña de ira y retrospectiva, que señalaba a las irresponsables élites del país; 
-Biden nunca se preocupó en absoluto por el futuro. 
-Obama, que dirigió su primera campaña sobre la base de la “esperanza”, en su segundo mandato miraba en gran medida al extranjero para reparar supuestos crímenes estadounidenses del pasado en todas partes, desde Irán hasta Cuba. 

Un Trump heroico que haya energizado a su base y demostrado su valentía personal mientras reclama el futuro probablemente tendrá un atractivo significativo para los votantes estadounidenses.

La Polarización y Partido Demócrata

Sin embargo, el Partido Demócrata es una máquina bien engrasada, hiperfinanciada y  centralizadamente dirigida, capaz, como lo hizo en 2020, de reescribir las leyes electorales a su favor y anotarse millones de votos ausentes antes de las elecciones

Por el contrario, el Partido Republicano es una entidad destartalada y descentralizada cuyos dignatarios locales tienden a ser concesionarios de automóviles o vendedores de almohadas en lugar de abogados y tipos corporativos de la Ivy League. 

El desequilibrio estructural entre los partidos es tal, que los demócratas podrían presentar una figura de cartón de Taylor Swift para la presidencia en 2024 y ganarlas, especialmente dada la presencia inmutable del polarizador Trump en la cima de la lista republicana. De hecho, algunas encuestas mostraron que a Biden le fue mejor frente a Trump después de su chocheante debate por televisión.

Por lo tanto, los actos heroicos de Trump en el recinto ferial difícilmente garantizan una victoria en noviembre. Para ser claros, eso se debe a que Estados Unidos ya no cuenta con un sistema bipartidista funcional, en el que cada uno de los dos partidos represente coaliciones de intereses regionales y pueda contar con la lealtad de las industrias y líderes de opinión locales. Ése es un concepto de los libros de texto políticos escritos hace 50 años.

Desde los años 90, Estados Unidos ha pasado de ser una democracia en expansión del tamaño de un continente a un Estado federal centralizado de estilo más europeo con una clase dominante de multimillonarios costeros atendidos por una élite nacional unitaria

El Partido Demócrata es el hogar de la vasta mayoría de oligarcas gobernante de Estados Unidos y de una clase bien acomodada de abogados, consultores, investigadores, jefes de medios y otros bien remunerados y bien capacitados, con títulos de un pequeño número de universidades de élite, que ayudan a los oligarcas a hacer negocios. Así como de una clase de trabajadores y “organizadores” de ONGs financiadas por los mismo multimillonarios, que recolectan votos en nombre del Partido. Que es a la vez un modo de vida cerrado en sí mismo y una máquina sociopolítica unitaria. 

A menos que pretenda limitar su vida profesional a unos pocos estados remotos y en gran parte rurales, ser republicano en esos círculos, o incluso ser insuficientemente “progresista”, significa un final seguro para una carrera.

Al imponer una línea ideológica que sirve a los multimillonarios de Estados Unidos en nombre de los “oprimidos”, y etiquetar las opiniones discordantes o perturbadoras como intolerancia o propaganda rusa, el Partido Demócrata ayuda a aliviar las flagrantes contradicciones de las clases privilegiadas que represente. Mientras, continúa con su el trabajo de destruir los mercados laborales sindicalizados y de clase media del país y garantizar que los oligarcas no paguen impuestos. [Aquí nadie les hace pagar, recordar la Rebaja fiscal de Trump 2018].

Nuevo sistema de Organización de EEUU

Sin embargo, la importancia estructural del Partido Demócrata para el nuevo sistema estadounidense es más profunda. Como institución que media entre la oligarquía del país, su élite de clase sirviente y las masas de votantes desposeídos, que están divididos en números cada vez mayores de grupos identitarios y luego enfrentados entre sí, el partido desempeña un papel clave en la toma de decisiones en el nuevo sistema de organización americano. Coordina las actividades de los burócratas; la extensa red de ONG financiadas por multimillonarios que aumenta el poder de la burocracia y del partido por igual; los medios de comunicación; y la academia. El partido también establece las políticas y las agendas de contratación para las grandes corporaciones estadounidenses. Hasta el punto de que, antes del tiroteo, Trump aún no había conseguido el respaldo del director de una sola empresa del Fortune 500 [de las 500 empresas más importantes].

Con todo ese poder socioeconómico y burocrático en sus manos, tal vez no sorprenda que los demócratas hayan descartado hace mucho tiempo la necesidad de ser amables con sus oponentes republicanos, cada vez más impotentes.Bien sea un director ejecutivo corporativo, un rector de una universidad, un magnate de la tecnología o el director de una firma de abogados, respaldar a Trump significaba más que un suicidio social

Muchos delitos menores han resultado en agresivas campañas de presión dirigidas por ONG y escraches de manifestantes en las propias casas. Tanto como por ataques directos por parte de una burocracia federal que abandona cada vez más la postura de neutralidad social en favor de hacer cumplir los dictados del Partido Demócrata sobre género, raza y casi todos los demás temas bajo el sol

Los Republicanos

Los republicanos, a excepción de un reducido grupo de elitistas de la Beltway, serían supremacistas blancos, insurrectos racistas, sexistas y transfóbicos.

[Aquí vienen lágrimas de facha] Uno de los principales objetivos de la maquinaria de aplicación legal en toda la sociedad del Partido Demócrata ha sido el propio Trump. Desde que Trump dejó el cargo en 2020, ha sido blanco implacable de una serie de casos que han sido agresivamente procesados​​ por fiscales locales y federales a pesar de una evidente escasez de pruebas que respalden la idea de que sus acciones fueron, de hecho, delitos. En realidad, la base legal de estos casos fue descartada como tal por autoridades tan diversas como el exgobernador demócrata del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, y jueces designados por los demócratas en la Corte Suprema de Estados Unidos. El reciente caso federal contra Trump, alegando que había cometido un delito al retener documentos gubernamentales clasificados, lo que resultó en una redada a gran escala por parte de agentes armados del FBI en su casa en Florida, fue desestimado ayer 15 de julio 2024 por la jueza que preside, Aileen Cannon, alegando que el nombramiento y la financiación de un fiscal especial para el caso eran en sí mismos "ilegales". Pero la legalidad de los casos contra Trump nunca fue el objetivo, el cuál era utilizar los procedimientos para impedir que Trump hiciera campaña durante meses, mientras sugería a los votantes que era un criminal.

A su vez, el ataque legal contra Trump y sus partidarios, que comenzó incluso antes de que asumiera el cargo en enero de 2017, fue solo una parte de una campaña más amplia, increíblemente bien financiada y de toda la sociedad que los demócratas lanzaron contra un hombre al que lo han descrito incesantemente no sólo como el bufón fanfarrón y buscador de atención que claramente a veces es, sino como una oscura amenaza hitleriana a la democracia.

Tras el intento de asesinato, son los otros dos componentes principales de la campaña de élite anti-Trump los que parecen más amenazadores para el futuro estadounidense.

En una omnipresente campaña de guerra de información, Trump es retratado no como un ingenuo político, o un cuñado vulgar, o como una personalidad caótica que no sabe hacer la 'o con un canuto', sino como un siniestro dictador en ciernes, que se debe impedir que obtengan o ejerzan el poder a cualquier precio.

Para respaldar esta visión oscura, Trump fue colocado en el centro de un torbellino de teorías de conspiración [¿y qué mandatario no?] que fueron debidamente propagadas por los noticieros de primera plana diariamente durante casi una década. Sin embargo, hasta la fecha, no hay pruebas de que Vladimir Putin conspirara con Trump [russiangate] para negarle a Hillary Clinton su legítima victoria en 2016; Clinton perdió porque era una candidata nefasta que desperdició una elección perfectamente ganable. No, Trump no era un agente ruso pagado que se comunicaba con Putin a través de un servidor secreto en el sótano de la sucursal del Alpha Bank en Kiev. No, Trump no tenía un acuerdo secreto con empresarios rusos para construir hoteles en Azerbaiyán, lo que le permitió a Putin controlarlo. No, Trump no estaba recibiendo dinero de Putin a través de intermediarios que representan la corriente del judaísmo de Jabad Lubavitch en Rusia.

Cada teoría de la conspiración era más descabellada que la anterior y fue tratada como la primicia del siglo durante un día o una semana antes de desaparecer sin dejar rastro. Tampoco hubo ningún tipo de corrección o consecuencias para los reporteros y editores involucrados. Al revés, se recompensaron con premios Pulitzer. El resultado ha sido la destrucción total y trágica de toda la credibilidad de la prensa estadounidense dominante.

Como era de esperar, la disminución de la confianza [objetivo principal de la Guerra Cognitiva] de los estadounidenses en lo que leen y el aumento de la retórica política apocalíptica fueron acompañados por un aumento correspondiente de la violencia política. El propio Trump no era inocente de estar involucrado en la violencia política, incluso si nunca llamó exactamente “buenas personas” a los paramilitares supremacistas blancos en Charlottesville, una acusación que ha sido ampliamente desacreditada. 

Aún así, los enfrentamientos entre los Proud Boys (grupo paramilitar fascista liderado por un canadiense) y otros autodenominados grupos patriotas con manifestantes de izquierdas de Antifa, fueron comunes en los primeros 2 años de la presidencia de Trump, dando crédito a la idea de que ambos partidos estaban nutriendo a las milicias paramilitares. Sin embargo, a medida que el interés de Trump en la derecha violenta disminuyó después del primer año de su presidencia, la dependencia de la izquierda de la violencia como herramienta política no hizo más que aumentar [más lágrimas de facha].

La elección de Trump fue recibida con disturbios a gran escala en todas las ciudades importantes de Estados Unidos, algunos de los cuales duraron semanas. En junio de 2017, Steve Scalise, líder de la mayoría republicana en la Cámara, casi muere en un tiroteo perpetrado por un partidario de Bernie Sanders, en lo que el Fiscal General del Estado de Virginia concluyó que fue “un acto de terrorismo… alimentado por la ira contra los legisladores republicanos”.Un año después, en junio de 2018, el recién nombrado juez de la Corte Suprema Brett Kavanaugh fue atacado por un hombre de California llamado Nicholas Roske, quien llegó a la casa de Kavanaugh con un rifle antes de entregarse a la policía, y luego fue acusado de intentar asesinar a Kavanaugh. Roske dijo a los investigadores que estaba molesto por el proyecto filtrado de la Corte Suprema que derogaba la ley 'Roe v Wade' [de despenalización del aborto], así como por la posibilidad de que Kavanaugh ayudara a flexibilizar las leyes sobre tenencia de armas en el país.

El constante redoble de llamados al desorden público por parte de la izquierda durante la presidencia de Trump alcanzó su apogeo en el período previo a las elecciones de 2020 [tras el asesinato racista de George Floyd], donde los protestantes, bajo diversas pancartas, desde Black Lives Matter hasta Antifa, destrozaron los distritos comerciales de más de 20 de las principales ciudades americanas. En ciudades como Portland, los enfrentamientos nocturnos entre la policía y manifestantes con cócteles molotov se prolongaron durante meses, convirtiéndose en una especie de teatro callejero nocturno en el que jóvenes enmascarillados arrojaban petardos a la policía y a edificios federales, mientras equipos de ONG de abogados alineados con el Partido Demócrata, se disponían para sacarlos de la cárcel. A medida que los daños aumentaban y el pánico local aumentaba, los manifestantes en los municipios liderados por los demócratas, la mayoría de los cuales resultaron ser de familias demócratas de clase media alta, rara vez se enfrentaron a las consecuencias de sus acciones, y celebridades y otras personalidades se ofrecían a rescatarlos.

“El mensaje del partido fue que Donald Trump, no los alborotadores, era el responsable de las escenas de miedo que se muestran todas las noches en la televisión”.

El intento de asesinato de Trump

Con el intento de asesinato de Trump, los riesgos políticos y sociales han vuelto a aumentar, en un sistema que parece no estar preparado para afrontar un desafío tan importante. 

Cualquier intento de regresar a una normalidad procesal que ya estaba muy debilitada antes de que Trump asumiera el cargo parece totalmente fuera de la capacidad de las élites inexpertas y aisladas de Estados Unidos, que se han perdido durante casi una década en la fantasía del anti-Trump.

Lo que presenciaremos durante los próximos 4 meses será una campaña electoral que enfrentará a la figura heroica de un Trump ensangrentado pero imperturbable, un hombre despreciado por casi la mitad del país, contra las maniobras antidemocráticas de la élite institucional del país, ejemplificadas por cualquiera que sea los miembros del Partido Demócrata elegidos cuidadosamente para presentarse en su contra. 

La campaña resultante será un juego sin limitaciones, en el que parece probable que aumente el nivel de violencia, lo que disminuirá aún más el interés o la capacidad de cualquiera de las partes para reconocer la victoria del otro.

Los estadounidenses están a punto de descubrir lo que se siente al vivir en un país en guerra consigo mismo, sin importar quién gane la presidencia en noviembre.
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