miércoles, 4 de enero de 2023

El Combate de Mundos, la Morula de la Humanidad y la Mano Ardiente Divina

Yo flotaba en el espacio... y fui testigo: la pequeña Tierra pugnaba una lucha titánica, cósmica, con un planeta alienígena. Un mundo del tamaño de Neptuno, verde oscuro, malvado, pero térreo. Con la refriega, sacó en el combate a la Tierra de su órbita con un enorme choque. Ondas de polvo sideral expelido de ambos. Ese planeta malvado formaba parte de una raza de planetas que acosaban el universo. La Tierra lo sabía, pero era pequeña y débil. Sus hermanos orbitales inermes. Por el impulso del combate ambas cayeron hacia el Sol vertiginósamente. Al avecinarse a la corona solar, el gigantesco planeta se vió irremisiblemente arrastrado al Sol, hasta sumergirse en un abrazo de fuego. Pero la tierra frenaba, y luchó por huir; y casi lo consigue, pero no lo logra. En su masiva atracción, la Tierra choca con la superficie líquida solar, y rebota varias veces en el mar de plasma; un cataclismo. Consternado, yo sabía que era imposible, porque las fuerzas gravitatorias deberían destrozar todo en el planeta antes incluso de acercarse, y yo estaba pensando, por lo que... lo que estaba viviendo solo podía tratarse de un sueño.

Me vi en la superficie de la Tierra, en una ciudad griega, piedra blanca. Tal vez la Atlantida, pensé, pero no lo era. Yo vestido con túnica azul y toga blanca. Era ahora un hombre delgado, de unos 40 años, cinta dorada en el pelo, igual que las sandalias. Andaba junto a lado de un hombre mayor, unos 70 años, pelo y barba blanca, túnica roja, toga blanca.
Y le preguntaba - ¿Es que no puedes hacer algo por la humanidad? Si esto es un sueño, tú no eres dios, por lo que puedes hacer algo-. 
Respondió -si, algo podré hacer.-
A medida que caminábamos comenzaban los tremores catastróficos, la gente se aceleraba.

De vuelta al espacio, yo flotaba en el espacio, donde podía contemplar el cataclismo cósmico y el destino de la Tierra. Me encontraba con otras dos entidades. La Tierra había desaparecido engullida por el Sol. Pero "el ser" logró extraer a toda la humanidad de este, intacta, y juntarla hasta formar una pelota del tamaño de la Luna. Parecía una mórula. Pero no ganó altura. Empezó a rebotar, como hiciera la tierra, sobre la superficie solar. Con cada rebote, millones de personas morían. No aguantaría muchos rebotes, pronto se hundiría definitivamente en la superficie solar. De repente, una mano cósmica surgió del espacio, ardiente, energética. Entre el índice y el pulgar agarró la bola, la apretó. Me dio la impresión de que podría haber aplastado y quemado a la mitad de la humanidad. Pero logró extraer a los supervivientes que quedaban de la atracción del radiante sol; ahora le quedaba cumplir su promesa de encontrar un planeta habitable a tiempo, antes de que el resto de la gente muriese entre sus dedos. Y...

Desp

erté

Salud! PHkl/tctca 21.6.2022

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