sábado, 19 de septiembre de 2020

El Fascismo es la cara política de la Religión. Combatir las Religiones es combatir el Fascismo

El fascismo es un reflejo de la religión. Cara política cara social. Son parte del mismo fenómenos, consustanciales, indisolubles. Ambas se sustenta en el irracionalismo, incertidumbres y paradojas de la realidad para mantener sus postulados, milagros y misterios, por lo tanto ficticias. Ambas maniqueas en términos de bien y mal, ambas exclusivas con nosotros o contra nosotros, ambas buscan un salvador, un guía que se responsabilice de los problemas, por lo mismo ambas necesitan un culpable de descargo de la consecuencia de sus actos. En ambas estos enemigos son los no creyentes, que deben ser subyugados. Y ambos consagran la guerra, la aceptación de las circunstancias y e impulsan al sacrificio a la causa, su causa. Son válvulas psicológicas. No hay nada más peligroso para una fascista o una religión que otro fascista u otra religión. Combatir las religiones es combatir el fascismo. Combatir al fascismo es combatir a las religiones.

El fascismo y la religión odian la ciencia porque elimina la incertidumbre, odian el arte porque nos hace conscientes de lo irracional, odia la cultura que disminuye la iniciativa, odian la igualdad que desmonta su estructura, odian la justicia porque les hace responsables, odian la ética porque ataca su moral y costumbres. Combatir las religiones es combatir el fascismo. Combatir al fascismo es combatir a las religiones.

Quienes controlan el movimiento son plenamente conscientes de estos hehcos. La confrontación así entendida es total y sin piedad, porque es algo más que una pugna, es un reflejo de su espíritu.


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