Sicarios del estado: Dos guardias civiles y un vigilante de Prosegur acusados de torturas en Alboraia
Nuevo juicio a dos guardias civiles acusados de torturas en Alboraia
“Esto es lo mejor que tiene este trabajo”. El trabajo en cuestión no es el de crítico gastronómico, probador de colchones o cronista de viajes. Es ser guardia civil. Y el “esto” al que se refiere el agente en cuestión, según quedó registrado en unas escuchas autorizadas por un juzgado que investigaba un delito de narcotráfico, era darle una paliza a un detenido. Una paliza grabada en la que además de golpear a Raúl D., cubano que sobrevivía del pequeño delito, dos agentes acusados de torturas le amedrentaron —“no llores como una nenaza”—, insultaron — “me cago en ti y en tu puta madre”— y amenazaron reiteradamente —“te metemos la porra por el culo y te la sacamos por la boca”, “te voy a dar una paliza que vas a mear sangre”—.
La grabación se oirá finalmente en la Ciudad de la Justicia de Valencia puesto que ayer comenzó la repetición del juicio a dos agentes del cuartel de Tavernes Blanques, que fueron absueltos en noviembre de 2010 porque la sección tercera de la Audiencia de Valencia consideró que el auto que autorizó las grabaciones que delataron la tortura no estableció límite temporal. Sin embargo, el Tribunal Supremo dio validez a las escuchas y ordenó repetir el juicio, que comenzó ayer.
La calificación de la fiscalía sigue reclamando dos años de cárcel y diez de inhabilitación profesional para cada uno de los dos guardias civiles, el cabo Carlos Palomo y el agente Antonio Cano. Además, pide nueve meses de prisión y seis de inhabilitación para Ángel Vicente León, un guarda de Prosegur que vigilaba en el centro comercial de Alcampo en Port Saplaya (Alboraia) el 26 de enero de 2008.
“Vas a mear sangre”, se escucha en la grabación ordenada por un juez.
Según la fiscalía, aquel día, el vigilante fue a detener al delincuente porque a una mujer acababan de robarle la cartera. Dos agentes de la Policía Local que pasaban en moto redujeron al ratero. Y después llegó un coche sin distintivos de la Guardia Civil con Palomo y Cano dentro. Según la fiscalía y la grabación, y como reconocen las defensas, los agentes introdujeron a Raúl D., esposado con los grilletes del vigilante, en el asiento trasero del vehículo y Cano se sentó a su izquierda. Conducía Palomo y León se puso de copiloto.
Después, explica el escrito de la fiscalía, el vehículo se dirigió hacia el barranco del Carraixet, donde Palomo “bajó del vehículo, se dirigió hacia la parte posterior del mismo y tras pedirle la porra a Ángel León, quien se la prestó sin objeción alguna, abrió la puerta trasera donde se encontraba el detenido y comenzó a golpearle”. Según la grabación, los golpes fueron muchos, a pesar de las súplicas del delincuente. Y también hubo risas de los agentes, que compararon al detenido con el televisivo “hijo de Aída”. Incluso el agente Cano le dijo: “No te voy a cobrar el walky que hemos roto cuando te hemos roto las costillas”. En el vehículo había un micrófono, y todo quedó registrado en un ordenador de Asuntos Internos. Escuchas autorizada por el juzgado de Instrucción número 14, que investigaba al cabo Palomo y a otro agente por su presunta participación en una red de tráfico de drogas.
Un recurso de casación en el Tribunal Constitucional duda del proceso.
Ayer, las defensas, que acataron la decisión del Supremo de validar la cuestión de la temporalidad de las escuchas, siguieron dudando del procedimiento: “Entendemos que se está vulnerando el derecho a la tutela judicial efectiva y se incurre en indefensión de los acusados”, aseguró Francisco Hernández Sánchez, abogado de Cano. De hecho, ha interpuesto un recurso de casación en el Tribunal Constitucional en el que se cuestiona la indiscriminación de las grabaciones.
El juicio quedó ayer suspendido hasta el 27 de abril y se podrá escuchar a un agente decir en un CD: “¿Tiene agua la acequia? ¿Lo tiramos a ver qué pasa? Esto es lo mejor que tiene este trabajo”.
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